Susana Gisbert.Hay que salvar la Navidad. Se ha convertido en una de las frases estrella en estos días. O más bien, en la matraca estrella, que no hay informativo que no lo repita.
Sinceramente, no sé que entienden por salvar la Navidad. En abstracto, parece el título de una película de las que emiten cada diciembre en que los niños ya no creen en Santa Claus, este se ha declarado en huelga, el reno Rudolph ha apagado su nariz, o cualquier otra pamplina, y que acaban recuperando el espíritu navideño, que consiste en muchas luces, mucho brilli-brilli, mucho villancico y mucho abrazo. Pero no es eso.
Se trata de que, de repente, nos ha invadido un espíritu de paz en el mundo, como si fuéramos una miss haciendo su discurso, y necesitamos juntarnos sí o también con esa familia a la que no hemos visto en todo el año. Repito, en todo el año. Personas con las que, quizás, no hemos intercambiado una llamada telefónica.
Cuando era niña, ganamos un concurso de villancicos con uno cuyo estribillo era “Navidad es todo el año”. Y, mira por donde, deberíamos rescatarlo. Porque, si de verdad lo que nos importa es estar con la familia, lo de menos será si lo hacemos el 24 de diciembre o el 12 de julio, si son las 2 de la tarde o a las 12 de la noche. Es más, si de verdad importa, estaríamos viéndonos durante todo el año y no sería tan crucial la fecha. ¿O es que en Navidad nos inoculan el amor que nos falta todo el año?
Otra cosa son las compras, pero eso también tiene remedio. No hace falta lanzarse a la calle como si no hubiera un mañana el propio día 24 para llegar a las 12 de la noche con un regalo en la mano. Es más, las compras así hechas no hacen sino cubrir el expediente, pero el regalo buscado y con cariño necesita tiempo, y podemos ponernos desde ya mismo.
Una de nuestras dirigentes decía en una entrevista que lo importante de la Navidad era poder sentarse a la mesa, aunque fuera en mesas diferentes. Tiene toda la razón. En estos tiempos hay que hacer todo lo que esté en nuestra mano para preservar la salud y la vida. Los polvorones se pueden compartir on line, si no hay otro remedio, Tiempo habrá de resarcirse.
De todos modos, no está de más una reflexión. ¿Por qué es tan importante juntarse en Navidad cuando no lo hacemos el resto del año? Ahí lo dejo.
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