Juan Benito Rodríguez ManzanaresEn breve llegaremos a una de las
fiestas más populares en Valencia, España y prácticamente todo el mundo, San
Juan Bautista, la cual se celebra el día 24 de junio. Y, aprovechando
que estamos cumpliendo bien con las «Fases estipuladas por el gobierno», y ya
podemos casi tocar el final de la pandemia y el Estado de Alarma (a Dios
gracias), no podemos dejar de celebrarla de alguna manera.
La fiesta de San Juan se
asocia tradicionalmente con el solsticio de verano, aunque realmente en este
2020, el solsticio de verano en el hemisferio norte donde nos encontramos será
el 20 de junio. El solsticio de verano siempre oscila entre el día 20 y 21 de
junio, y nunca coincide con el 24 de junio, fiesta de San Juan.
El día 20 de junio disfrutaremos
del día más largo del año, alcanzando el sol el cénit al mediodía y la noche
más corta del año. Y cuando esto ocurra, llevaremos medio año de pandemia, pues
con todos los documentos a los que hemos tenido acceso gracias a los medios de
comunicación, sobre todo digitales, más objetivos con la realidad, en enero ya
teníamos constancia de la pandemia que en los posteriores meses nos ha dejado
un macabro rastro de muerte que se cuenta por decenas de miles de personas, una
crisis económica de la cual nos costará años en salir, y unos inconcebibles
Reales Decretos en el BOE que nada tienen que ver con la pandemia sufrida, y
que aún estamos sufriendo en todos los sentidos.
Con la esperanza puesta en que
las uvas de Navidad nos las podamos comer sin la Espada de Damocles[1]
que supone un posible contagio por covid-19, y sin la molestia de utilizar una
mascarilla desde que te levantas hasta que te acuestes, nos acercamos a la
festividad de San Juan Bautista.
Habitualmente en la noche del 23
de junio y madrugada del 24 de junio, festividad de San Juan, tenemos la
costumbre de acudir a la playa junto a nuestros amigos y familiares para entrar
en el día de San Juan con buen pie, es decir, para comenzar a saltar con
el pie derecho las olas que tranquilas y pacientemente rompen en la orilla de
la playa invitándonos a compartir con todos nuestra alegría.
Sobre el hecho de saltar las
olas de la playa hay varias tradiciones, pero la más habitual y extendida es la
esperar sin bañarse hasta que lleguen las 00:00 horas del día 24 de junio,
momento que se espera en la orilla de la playa para introducirse en el agua y
saltar las tres primeras olas que nos lleguen, a la vez que se pide un deseo
que, según la tradición popular, si no se le cuenta a nadie, se cumplirá.
A renglón seguido, un buen baño en
la playa nos acrecienta las ganas de pasarlo bien y de saltar las hogueras que,
poco antes nos han servido para cocinar nuestra cena, compuesta habitualmente
de buen embutido, como el de Requena, un buen cordero o unas chuletas de
cerdo que siempre hacen las delicias de gran parte de las personas.
Y si todo esto se riega con un
buen vino de Requena o Utiel, o una buena cerveza valenciana,
tenemos todo lo que nos hace falta para poder disfrutar del día de San Juan
como se merece desde que comienza el mismo.
Mas, la tradición religiosa nos
cuenta que San Zacarías (siglo I a. C - Siglo I), padre de San
Juan Bautista (final del siglo I a. C. - 31 o 36), mandó encender una gran hoguera
para anunciar a todo el mundo que su hijo Juan había nacido.
Con el paso del tiempo esa
hoguera bíblica, la hemos utilizado en nuestro beneficio para torrar las
viandas de las que damos buena cuenta en esa singular noche.
Pero en la cultura pagana, pues
hay historias y leyendas en todos los ámbitos, la tradición de las hogueras
viene dada por el hecho de que, en el solsticio de verano, llamado Litha,
se encendían hogueras para protegerse de los espíritus malignos que, cuando el
sol se ponía por el sur vagaban a su alegre albedrío. No olvidemos que las
creencias y supersticiones siempre han marcado el devenir de la historia. Y
que, real y exactamente el sol sale por el este y se pone por el oeste tan sólo
dos días al año, los días de los equinoccios, cuando el día y la noche duran lo
mismo.
Además, las personas de algunos
nichos históricos creían que las plantas que florecían o germinaban en el
solsticio de verano tenían más poderes curativos y sanadores de lo que habitual
tenían, motivo por el que solían ser recolectadas en citada noche. Hemos de
tener presente que en el momento histórico en el que la medicina la ejercían
sanadores o hechiceros, y que como todo recurso curativo contaban con las
plantas, creencias como esta calaban muy hondo en las personas.
La fiesta de San Juan se
celebra de diferentes maneras en diversos países del mundo. Así, en Chile, las
fiestas de San Juan están relacionadas con la figura del diablo; a este
respecto, cabe comentar que, en España a la noche de San Juan se le
llama la Noche de las Brujas. En Cuba se realiza un colorido
carnaval. Y en Paraguay por citar un tercer país, las personas se reúnen para
jugar a diferentes juegos, como la «Pelota Tata», siendo esta una pelota de
trapo empapada en gasolina, la cual, una vez encendida se convierte en un balón
que los participantes patean para alejarlo de ellos.
En España, además de lo ya
comentado, olas, saltos, hogueras, baños, cenas… en algunas comunidades existen
unas tradiciones particulares. Así en Andalucía se queman unos muñecos a los
que llama «Juanes». En Asturias se queman unas grandes hogueras, estando
declarada de Interés Turístico Regional la Foguera de San Xuan de Corvera.
Y en los Romances de las «Mañanitas de San Juan» en una de sus estrofas, se
dice a las mozas casaderas que beban agua bendita por San Juan:
«Bien venida la doncella
que viniese aquí por agua;
que, si del agua bebiese,
muy presto será casada.»
Y por citar una tercera
comunidad, comentar que, en Punta del Hidalgo, Tenerife, a esta fiesta la
llaman de San Juanito, realizando un traslado de la imagen del
santo entre rondallas lugareñas y tragos de buen vino.
Sea como fuere, estimado lector,
que la pandemia no cercene ni merme tus ganas de vivir y de seguir tu vida tal
cual se paralizó a partir del 8 de marzo, y que San Juan Bautista te
guarde.
Valencia es sinónimo de cultura.
[1]
La espada de Damocles es una frase popular que debemos al historiador griego Timeo
de Tauromenio (c 350 a. C. - c 260 a. C.), y que se utiliza para referirse a un
peligro inminente, aludiendo a una espada que pende sobre nuestra cabeza y que
en cualquier momento caerán sobre nosotros.
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