Recuerdo en mitad de un verano, una noche en la malvarrosa, hace unos lustros,
cuando estaba repleta de garitos maravillosos, una de esas noches me pillo con
algunos colegas más escuchando un concierto de los que distintas emisoras hacían
con grupos españoles de rock, esa noche me llego una idea, si me recorro la
explanada con un cubo lleno de sandias cortadas las vendo seguro, mi cabeza
siempre fue de encontrar formas para sobrevivir.
Esa imagen la pide ver solo una vez cuando lo puede hacer en una playa con otro
amigo, esa fue la única vez, vendimos 3 sandias cortadas, nos sacamos una pastita
guapa, había gente vendiendo bebidas y mucha policía incautándolo todo y
deteniendo, mi cabeza siempre fue y es bastante temerosa.
Sin duda no recuerdo verano en mi corta vida con sentido común donde la sandia no
fuese protagonista con su socio el melón. Independientemente del contenido erótico
de la palabra que rebotaba en mis 3 neuronas sanas a todas horas los melones y las
sandias formaran parte del postre diario con los melocotones y ciruelas.
Así como de noviembre a marzo la naranja estaba presente en la mesa tanto para
comer como para cenar, en las cocas de mi madre con mucha ralladura dentro,
enteras, peladas, sin pelar, en verano teníamos gajos de melón por la mañana y de
sandia por la noche.
Además de los polos con sandia triturada, el melón que nació pepino en las
ensaladas lo mezclaba en ocasiones con leche condensada, en mi casa siempre
había un bote, escondido eso sí.
Conocí con el tiempo personas que sabían reciclar las frutas que no se podían llegar
a comer y de ellos aprendí a hacer confituras de sandia, de melón ,de ciruelas, de
melocotones ,de pimientos ,pero entre ellas la de tomate , cuando llegaban kilos de
tomate a la cocina porque se podían comprar por precio y estar de temporada, los
rallaba , nunca triturada, a razón de 1 kilo de pulpa por un 10€ de miel o azúcar, la piel
de 1 limón o naranja y una puntita de nada mas de vainilla ,todo junto al fuego , 25
minutos cociendo y enfriar ,lista para poner encima de una tarta de queso o de esa
coca de mi madre con mucho cítrico que como cada verano con la memoria.
Consumir productos de temporada ayuda a ahorrar dinero en la compra, está más
sabrosa que ninguna otra y además ayudamos a los labradores a seguir viviendo.
Si os sobra algo cocinado, hagamos rellenos de croquetas o canelones y si es verdura
o fruta hagamos mermeladas que podemos congelar.