Un informe presentado hoy por Save the Children,
Salvad nuestra educación, estima que el recorte de presupuestos para educación y el incremento de la pobreza como consecuencia de la Covid-19 ponen a 9,7 millones de niños y niñas en riesgo de
abandonar la escuela definitivamente en lo que queda de año. Este riesgo es especialmente elevado para la infancia de 12 países, principalmente de África occidental y central pero también en Yemen y Afganistán.
La ONG advierte de que el cierre de escuelas significa mucho más que la pérdida de educación ya que
deja a niños y niñas sin espacios seguros donde jugar, comer y acceder a servicios de salud, y donde se detectan posibles abusos en el hogar y se ofrece protección a las víctimas. Con el cierre de las escuelas, estas salvaguardas desaparecen.
Save the Children recuerda además que los niños y niñas de estos países viven atrapados en un círculo
vicioso: el cierre de las escuelas les empujará a incorporarse al mercado laboral y en el caso de las niñas y adolescentes estarán más expuestas a la violencia de género, el matrimonio infantil y el embarazo adolescente. Estos riesgos aumentan cuanto más tiempo
están fuera de la escuela y reducen directamente su posibilidad de regresar a ella.
La ONG llama a gobiernos y donantes a responder a una “emergencia educativa mundial sin precedentes”
que hace peligrar el cuarto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que fija para 2030 garantizar el acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos los niños y niñas.
En ese sentido, pide poner a disposición del Banco Mundial un fondo de 35.000 millones de euros para
invertir urgentemente en educación de modo que se garantice que los niños y las niñas tengan acceso a la educación, ya sea a distancia, ya sea presencial. En este último caso, reclama una vuelta a las aulas segura e inclusiva, con acceso a comidas escolares,
servicios de salud y clases de recuperación para compensar el aprendizaje perdido.
Asimismo, pide suspender el pago de la deuda de los países de bajos ingresos, una medida que podría
liberar 14.000 millones de dólares para ser invertidos en educación. "Sería desmesurado permitir que recursos tan necesarios para mantener viva la esperanza que viene con la educación se desvíen a pagar la deuda", expresa Inger Ashing, CEO de Save the Children.
El informe revela los efectos devastadores que el brote de Covid-19 tendrá en el aprendizaje. En
un escenario de presupuesto de rango medio, Save the Children estima que la recesión dejará un déficit de 77.000 millones de dólares en gasto de educación en algunos de los países más pobres del mundo el próximo año y medio. En el peor de los escenarios, esto
es, en caso de que los gobiernos transfieran recursos para educación a otras áreas de respuesta de la pandemia, esa cifra podría ascender a 192.000 millones de dólares.
Antes de la pandemia, 258 millones de niños y niñas estaban sin escolarizar en todo el mundo. En
este momento, la cifra asciende a 1.600 millones. Aisha, 15 años, de Etiopía, es una de ellos. Relata: “Hace tres meses iba a clase todos los días, aprendía, jugaba con mis amigos y comía allí. Extraño mucho mi escuela y mis amigos. Ahora paso la mayor parte
del tiempo cuidando del ganado y algunas veces ayudo a mi madre con tareas de casa como limpiar y cocinar".
A pesar de los esfuerzos de gobiernos y organizaciones, 500 millones de niños y niña no han tenido
acceso a la educación a distancia, en muchos casos sin familiares alfabetizados que pudieran ayudarles en casa. Como consecuencia de esta pérdida, muchos tendrán dificultades para ponerse al día, lo que aumentará sus probabilidades de abandono.
En los países donde interviene y en colaboración con las administraciones y los centros educativos, Save the Children ha proporcionado materiales y recursos para la
educación a distancia, entre ellos, lecciones y apoyo a través de la radio, la televisión, el teléfono, las redes sociales y aplicaciones móviles de mensajería. La organización está brindando también orientación a padres y madres para que sepan cómo apoyar
el aprendizaje y el bienestar de sus hijos e hijas en el hogar y está asegurando que los niños y niñas estén seguros en casa y no se pierdan las comidas o los kits de higiene menstrual que generalmente recibirían en la escuela. A su vez, está trabajando con
las autoridades educativas para ayudar a planificar el regreso seguro a la escuela.
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