Modesto Martínez.
Otro
año más que no hemos podido ir a Pamplona. Cosa que no ha impedido
disfrutar de sus encierros, aunque sea por la tele. Estos
días, siempre que podemos, los que somos aficionados salimos un
poco más tarde de casa para disfrutar de las carreras de los mozos.
Hemos pasado miedo viendo a muchos de los habituales
aficionados de la tierra corriendo por la capital navarra.
Incluso algunos de los nuestros han sido portada por grandes carreras
o , por desgracia, por alguna cogida.
Realmente,
el balance no debe ser ese. Heridos o no heridos, toros que se
dan la vuelta. Por cierto, esto último, no por miedo, como querían
vender los antis, sino porque son animales y las reacciones son
imprevisibles. Para mi, el resumen de estas fiesta pasa más
allá de las cifras de heridos, comas etílicos e incluso de las
orejas cortadas por los figuras en las tardes de toros. Me
importan otras cifras, y creo que a muchos otros también: audiencia,
entradas vendidas, etc. Los datos que hacen ver que la fiesta
está viva, muchas eran las casas a las que los toros entraban junto
que el desayuno y esa normalidad es la que debe haber en otros
muchos acontecimientos taurinos.
Los
medios son nuestros aliados para hacer grande la fiesta, para
normalizarla en una sociedad moderna que, incluso, a veces, nos ven
como algo antiguo. El otro día un amigo, no taurino, me decía: “
tenéis que gastar esfuerzos en explicar y hacer entender como
funcionáis y la riqueza cultural, económica y natural que
generáis. En nada más” Y tiene toda la razón. Aunque alguno no
lo quieran ver, el encierro nos hace entrar en muchos hogares y
esa fuerza la debemos de saber aprovechar.
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