El acusado durante un momento del juicio. EFE/QUICO TOMÁS Un taxista que quedó ciego tras un altercado con un cliente, ocurrido en
Ontinyent (Valencia) en la noche del 19 de marzo de 2015, ha declarado
este lunes en el juicio por aquellos hechos celebrado en la Audiencia de
Valencia que el acusado "se tiró" a por sus ojos "con la precisión de
un gato".
"Yo tenía puesto el cinturón y no me podía mover. Se me
subió encima y me clavó los dedos en los ojos... No sé cómo se pudo
meter entre el volante y el salpicadero, pero yo quedé atrapado por el
cinturón de seguridad y sus rodillas en mi pecho", ha contado entre
sollozos.
Por su parte, el acusado, que tenía 19 años en el
momento de los hechos, se ha presentado como una víctima ante el
tribunal, que le juzga por lesiones graves y robo con fuerza, delitos
por los que las acusaciones piden entre trece y dieciséis años de
prisión. "Siento lo ocurrido. No le deseo a nadie lo que yo he pasado en
los últimos años", ha declarado, y ha alegado legítima defensa.
Los
hechos juzgados, según el relato de la fiscal, comenzaron a
desarrollarse cuando el taxi se detuvo a la entrada de Ontinyent hacia
las 5 de la madrugada y, por alguna razón relacionada con el precio de
la carrera, se desató una discusión que llevó al taxista, que sospechaba
que el joven pretendía escapar si pagar, a sujetar el brazo del
cliente.
Entonces Aitor, siempre según la fiscal, se abalanzó
sobre el conductor y le metió los dedos en los ojos. Cuando el taxista
salió del vehículo tras conseguir quitárselo de encima, siguió
golpeándole y volvió a dañar sus ojos metiendo sus dedos en los globos
oculares del conductor una vez más.
Y cuando la víctima estaba
semiinconsciente, lo empujó a una cuneta, entró en el taxi y le robó su
mochila, que contenía 140 euros y un datáfono, todo lo cual sería
recuperado poco después en el coche del padre del joven, que había
llamado a sus familiares para que fueran a recogerle tras abandonar al
conductor agredido.
La fiscal pide una condena total de trece
años de cárcel, mientras que la acusación particular pide dieciséis, una
diferencia que se explica porque la acusación pública no aplica la
circunstancia agravante de alevosía, que para la acusación particular sí
se ha producido, debido a la sorpresa y la indefensión de la víctima.
Ambas
acusaciones han elevado sus peticiones de indemnizaciones (760.000
euros pide la acusación particular) después de que se haya calificado de
gran invalidez la situación en la que quedó la víctima.
El
relato del acusado, que solo ha querido responder a preguntas de la
defensa, se ha centrado en la agresión que él, y no el taxista, sufrió
aquella noche: "Me pidió el móvil y el dinero" como precio por la
carrera, y "me sujetó fuerte, aunque yo le decía que me dejara, me cogió
del cuello y yo sentía que me ahogaba", ha relatado, para terminar
explicando que, al abrir él la puerta, el conductor le sujetó y ambos
cayeron a una acequia.
Según la defensa, las lesiones oculares
pudieron ser consecuencia de un golpe en el forcejeo, o de daños
causados por cristales rotos. Y, si la mochila del taxista acabó en el
coche del padre de Aitor, fue porque la cogió para protegerse de la
lluvia, no con intención de robar.
A lo largo de la vista agentes
de las Guardia Civil y médicos forenses han establecido hechos como que
la pelea tuvo lugar en el interior del taxi, fundamentalmente, y que
las lesiones de los ojos de la víctima muy difícilmente pueden haber
sido causadas por otra cosa que no sea la penetración, con mucha fuerza,
de un objeto más o menos punzante, como los dedos y las uñas del
acusado.
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