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La crisis ha conseguido entre otros triunfos
acelerar el proceso secesionista en Cataluña y más calladamente en el País Vasco
aunque la exigencia en este caso último actua como catalizador de una sociedad
fracturada desde largo tiempo con la amenaza omnipresente de las armas
terroristas que condicionan el ejercicio de la democracia en cualquier ámbito
posible, destrozando su existencia misma
La secesión de Cataluña más alla de una
hipótesis basadas en mayorías o en su carencia señala y encubre las
deficiencias en la gestión de un gobierno nacionalista acostumbrado ya más a
dividir que a representar a todos. Existe, cierto es, un alto porcentaje que
desea la independencia y se ha manifestado por ello aunque cabría preguntarse
cúal es el orden de prioridades en una sociedad ya de por sí castigada por los
efectos de la crisis.
La fractura política es una realidad divergente
que separa la realidad social más como resultado de la voluntad de porcentajes
vacilantes y temporales donde la unidad se presenta como un espejismo alienante
que soslaya las verdades necesidades de todos ya que este punto reviste de
mayor interés y relevancia en un orden político donde se prioriza y prefiere
actos que lesionan a muchos e incapacitan a éstos, anulando su voluntad y su
razón de ser desde la exclusión y la indiferencia política.
Cercenando la sociedad por una simple operación
matemática donde la suma es resta se impulsa el proceso soberanista donde un
exiguo porcentaje de mayorías afecta a todos y además al conjunto de la nación
que es sujeto de la soberanía y no parte de aquella que se pretende separar,
pues su impulso y sus intrínsecas contradicciones y ambivalencias establece
más fronteras convencionales y ficticias que solo separan y nada unen,
estableciendo todo déficit social como refugio de la incapacidad política de
Cataluña y su gobierno para asumir errores y cobijar fracasos.
La secesion de Cataluña se presenta por momentos
como un grave factor de inestabilidad política que indefectiblemente afecta a
la recuperación económica.