V.Cornelles. /EPDA Solo hay una manera de ser de Castellón bien, evitar el efecto Gatopardo, aquella máxima de Giovanni Tomasso di Lampedusa que sentenciaba que “todo cambia para que todo siga igual”. En el estatus político actual de la ciudad dos partidos políticos se han ido alternando en el poder municipal sin grandes avances, ni proyectos hechos realidad.
Las ruptura de estas inercias, más tóxicas que resolutivas y efectivas, pasa por apostar verdaderamente por el cambio, por optar por una formación política que no dependa de las decisiones tomadas en Madrid o Valencia, y que sienta de verdad en el corazón los colores turquesa y naranja de una urbe detenida en el tiempo de un pasado gris y que aporta veracidad, gestión, capacidad de diálogo con los vecinos, amaneceres distintos y lucha constante por reivindicar aquello que se merece el Castellón del siglo XXI. Y eso es Som Castelló, una fuerza incontestable, un tsunami de ideas para ponerlas en práctica desde el minuto cero cuando llegue al Ayuntamiento de la capital de La Plana y consagrar el potencial social, cultural, económico y transversal de una comunidad tantas veces despreciada y ultrajada con ninguneos reiterativos de aquellos que están en el trono del poder.
Con Som Castelló hay un cambio de paradigma, una estrategia diferente, un plus añadido de castellonerismo militante. Castellón como Castellón en su pura esencia. La verdad dicha y puesta en práctica para defender la ciudad que amamos. No es tan difícil, pero mientras otros partidos políticos siguen en la impostura y en el error, los castellonistas de corazón avanzan a buen ritmo para demostrar un Castellón fuerte, con idiosincrasia propia, que no es rehén de Ruzafa o Lavapíes. Casi como una disciplina de histórico cantonalismo para que las cosas vayan bien, vayan bonito.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia