Vicente Almenar. En pleno escenario mundial de cambios convulsos, donde lo que hoy es negro, al levantarnos es blanco y viceversa, y dando por hecho que todos los que escribimos en está página que “El periódico de aquí “ pone a nuestra disposición tenemos un común denominador, el servicio a nuestros vecinos con el único objetivo de mejorar nuestros municipios y hacerles la vida algo más agradable, mi intención es dejar constancia de que en un mundo en transición constante, todos podemos llegar a la conclusión de que merece la pena esforzarse por los demás.
Pocas cosas producen tanta satisfacción personal como ver logrado el objetivo de lo que un día fue una simple idea, idea que con una mezcla de ilusión, ingrediente imprescindible, con dedicación, intuición, mucha perseverancia y pasión, con el transcurso del tiempo puede ser una realidad gozosa y que haga bien a la comunidad.
Y es ahora en plena época de dificultades generalizadas y muy homogéneas, donde desde la institución más primaria de la sociedad como son las familias, las empresas, las Administraciones del tamaño que sean, atraviesan una larga travesía de incertidumbres, incidencias y situaciones extremas que, solamente desde la unión en el trabajo colectivo, empujando todos hacia la misma dirección, con lealtad responsable hacia nuestras gentes, con mucho trabajo, especialmente desde los voluntariados, puede hacernos regresar a aguas más tranquilas, y alejarnos de las grandes tempestades en que estamos ahora mismo envueltos.
Me decía no hace mucho un buen amigo que se estaba planteando muy seriamente la política y le pregunté qué notaba para pensar en ello y más en estos momentos de grandes conflictos de toda índole, laboral, social, económico, etc. Me contestó que precisamente por ello se daba cuenta que debía aportar su grano de arena, su saber hacer, su experiencia atesorada en su vida.
Mi respuesta fue clara y concisa, le dije que tenía que tener muy claro que la política es servicio a los demás, e intentar hacerles felices. Para ello debía tener muy presente que tendría que hacer un esfuerzo no solo él sino todas las personas que giran alrededor de su vida ordinaria, desde la más querida, la familia, hasta el último de sus conocidos.Y sobre todo tener mucha fe en si mismo, criterio, estar poco pendiente del “que dirán”, pues unos dirán que si y otros que no, como la parrala, y muy importante, aprender cuanto antes que sin humildad participativa nadie es capaz de hacer nada.
Como es un hecho constatable que necesitamos gente como mi amigo que deseen involucrarse en este mundillo de la gestión municipal, en donde no siempre se acierta a pesar de tener buenas intenciones o ser una buena persona, pues errar es de humanos, lo importante es tener claro que estás dedicándote con compromiso social, con la satisfacción personal, integridad, honestidad y ética en todos los aspectos que conlleva tal vocación municipalista como cualquiera otra de las múltiples facetas a que se dedican las personas en sus vidas.
Contamos con las mejores generaciones de jóvenes que nunca ha dado nuestro país. De hecho ya pueden los grandes expertos en cualquier disciplina que hoy hay que enmendar que, la solución o es de los jóvenes, los que las han de idear, inyectarles lo mejor de si mismos, activarlas con las mejores de las habilidades innatas con las que cuentan y llevarlas a buen puerto, o no habrá solución. Y solución la hay, cómo si la hay. Preguntemos a los jóvenes y nos quedaremos asombrados. Ellos si confían en ellos. Confiemos los demás y comprobaremos cómo la Eficacia y la Felicidad van juntas de la mano.
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