Toni Subiela. EPDA En el Ayuntamiento de Burjassot,
el equipo de gobierno conformado por la mayoría absoluta del PSOE sigue anclado
en el más absoluto inmovilismo frente a la crisis de la COVID-19. Sí, siguen
esperando un milagro que borre esta pandemia como si nada hubiera pasado.
Todos los concejales se muestran
desconcertados ante la magnitud del problema y, lo que es peor, tras más de ocho
meses, siguen en estado de shock. No son capaces de reaccionar.
Frente a esta inacción,
Ciudadanos (Cs), desde el principio de la crisis, les está insistiendo que,
además de salvar vidas, hay que ponerse a salvar empleos. Porque no es cuestión
de repartir caridad, sino de intentar que las familias no pierdan su sustento
propio. Pero no hay manera de que entren en razón y pongan en marcha medidas
eficientes en vez de lo que han hecho, poco y mal.
Por una parte, aprobaron unas
ayudas sociales de emergencia que se han entregado rápidas. Sin embargo,
también sin apenas rigor ni control. Esto provocará que, dentro de poco, cuando
empiecen a exigir el cumplimiento de requisitos a las familias afortunadas de
esta concesión, llegue el drama de tener que devolver un dinero que ya se han
gastado.
Por otra parte, la concejala del
área de comercio se inventó unas ridículas subvenciones de 400 euros para pagar
mascarillas, pantallas y geles hidroalcohólicos, que tuvo que ampliar -contra su
voluntad- también al agua, la luz y el alquiler. No obstante, apenas las han solicitado
medio centenar de comercios. Entre que ha tardado ocho meses en publicarlas,
que la cuantía es una vergüenza, que el papeleo es enrevesado y que muchas
empresas ya han bajado la persiana, pues ahí tenemos el éxito de su gestión: de
88.800 euros previstos en la subvención, se ahorrará más de 70.000 que podrá
gastar en vete a saber qué.
En definitiva, Burjassot es una
de las poblaciones donde más se ha hecho notar el coronavirus, pero sus
gobernantes han preferido quedarse en sus despachos esperando a que mamá
Generalitat o papá Gobierno central les despertara de esta pesadilla. El
problema es grande, muy grande, y también necesitamos que actúe nuestro Ayuntamiento
porque el milagro, por mucho que lo esperen, no llegará.
Por eso, desde este artículo
quisiera ofrecerle a nuestro alcalde, una vez más, una mano tendida para
participar en la toma de decisiones, en la gestión de esta crisis y en la
búsqueda de soluciones a tan grave situación. La oposición no siempre es el
enemigo y la política no debe ser una guerra.
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