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Puede que la fuente
de todos los males del capitalismo haya sido dar personalidad a algo que no es
una persona. A principios del siglo XX se empezó a otorgar personalidad
jurídica a un ente abstracto. Se trataba de facilitar el emprendimiento
empresarial. Así nacieron las sociedades anónimas y las sociedades de responsabilidad
limitada. Unos entes con personalidad que no son personas.
Les simplifico. Si
usted es una persona y se equivoca con un negocio que va a su nombre entrará en
un listado de morosos que hará que cualquier banco o empresa de servicios le
niegue el crédito casi el resto de su vida. Sin embargo, si usted constituye
una sociedad limitada y no le va bien no se preocupe; al día siguiente puede
constituir otra y seguir funcionando. Así nace la irresponsabilidad ilimitada
como primera patología de las empresas. Usted puede ser un horrible gestor y
mañana seguir gestionando. No hay un listado de malos gestores. Siempre puede
llamarlo “mala suerte”.
En estos días andan
los exdirectivos de Bankia preocupados porque van a ser juzgados por una gran
estafa. En el fondo, ellos aducirán que su responsabilidad se limitaba a la
gestión. Trocear la resp o n s a b i l i d a d hasta que nadie sea responsable
de nada aunque todos lo son de todo.
Cada día cualquier atento observador
puede descubrir en sus empresas uno de estos bichos. Dóciles psicópatas
directivos que anteponen la vida de las personalidades jurídicas a la vida de
las personas. Sociopatas del dinero que usan como coartada el bien de la
empresa. Lo peor no es que existan y que pululen a sus anchas por las grandes
empresas de este país. Lo peor es que se tapan entre ellos. Porque le podría
pasar a alguno de sus cualquiera.