Doctor Satorres. EPDA
Pie de fotoUno
de los tratamientos que sigue realizándose con cierta frecuencia en
las consultas dentales es la reposición de todos o casi todos
los dientes mediante la realización de una prótesis dental
removible o más popularmente conocida como “dentadura de
quita y pon”. A pesar de los avances en implantología que suponen
una alternativa eficaz y más cómoda en estos casos son diversas las
motivaciones (económicas, estado de salud general, edad
avanzada, etc) por las que mucha gente opta por este tratamiento).
La elaboración de estas prótesis se hace en varias sesiones
que comprenden: la toma de impresiones de los maxilares, toma de
registros para adecuar la mordida y comprobar la estética, la
entrega de la prótesis e instrucciones de uso y los sucesivos
controles para retoques y ajuste. Las prótesis pueden ser superiores
o inferiores, o en su defecto reponer todos los dientes con
ambas prótesis y son de material duro, resina acrílica.
Esto hace
que, frecuentemente produzca ciertas rozaduras e irritaciones que
deben ser aliviadas por el odontólogo retocando dichas prótesis.
Cuando se es tratado por primera vez con este tipo de prótesis, dado
que su retención viene dada por el apoyo y ajuste a las mucosas
orales, encías, y paladar, la sensación suele ser en principio de
incomodidad y de llenado de la boca. Poco a poco, el paciente, debe
ir acostumbrándose así como aprender a comer, hablar y
convivir con ella.
La
lengua no tocará el paladar sino la prótesis y además el sentido
del gusto se ve ligeramente alterado debido a que la prótesis se
interpone entre la lengua y los tejidos y además cubre gran número
de papilas gustativas que se encuentran en el propio paladar.
Sin
embargo, uno de los problemas que más quebraderos de cabeza
genera a los portadores de prótesis dentales es el hecho de que no
se mantengan estables, y se salgan al hablar o comer. Esta situación,
que se da en mayor medida en las prótesis inferiores, viene dada en
primer lugar por la anatomía de los maxilares, es decir, la
cantidad, calidad y forma de la encía y el paladar y, en segundo
lugar, por intentar conseguir el mayor ajuste posible de la
prótesis a los tejidos orales asumiendo el punto de partida más o
menos favorable que tengamos.
Los
adhesivos dentales pueden resultar de ayuda en ciertos casos. Si bien
en pacientes con encías gruesas, abundantes y retentivas
generalmente no será necesario pues con un buen ajuste será
suficiente, en los casos de maxilares atróficos y escasa encía y
soporte,puede ser interesante el uso de estos adhesivos que
permitirán un cierto sellado de la prótesis y mejorarán su
retención. La aplicación de cuatro puntos del tamaño de un
guisante repartidos por la parte de la prótesis, previamente libre
de humedad, que entra en contacto con la encía deberían ser
suficientes. Sin embargo, es recomendable recordar que cada
cierto tiempo (1-2 años) debido a que las encías se van
atrofiando, las prótesis necesitarán un rebase (relleno) y
ajuste por parte del odontólogo para recuperar su retención y
evitar desajustes y aparición de úlceras y rozadura. No es
recomendable sustituir el proceso de ajuste y rebase por el uso
continuado de adhesivos que darán una sensación de falso confort,
supondrán un gasto económico continuado innecesario y no siempre
son agradables por su sabor y tacto.
Así
pues los adhesivos dentales son una ayuda a considerar cuando las
encías están atróficas y suponen un escaso soporte, pero nunca van
a sustituir un buen ajuste de las mismas. Por otra parte, los
implantes dentales han supuesto un gran salto cualitativo ya que
permiten resolver la mayor parte de estos problemas mediante
diversas alternativas y mejorar de manera significativa la
calidad de vida.
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