Chelo Poveda Las ciudades, a las que damos vida, tienen su pulso, su circulación y, por supuesto, sus heridas. Quienes creemos en la política como medio para la gestión de las sociedades avanzadas, regular el pulso y la circulación es importante, pero sanar las heridas es, como diría Hipocrátes, algo divino que sin embargo en la ciudad es del todo terrenal. Valencia tiene muchas heridas como consecuencia de la injusta financiación y por la dejadez y la corrupción de décadas de gobiernos de derechas. Una de esas heridas, una de las más grandes, comienza a ver la luz al final del túnel... Y es que de túneles va la cosa.
Por fin, tras décadas de lucha vecinal y de larga espera, las obras para el soterramiento de las vías de tren de acceso a la Estación del Norte parece que van a comenzar. Al menos ya han comenzado los trámites. Por ello desde Podem València estamos de (contenida) enhorabuena; por fin este proyecto tan deseado y necesario se pone en marcha. Celebramos que por fin empieza a verse el final de los barrios partidos y desconectados aunque llegue tan tarde que hasta 2025 no finalice la obra. Porque el vecindario de Malilla, de la Cruz Cubierta, de Giorgeta y de la Raiosa se merecen una ciudad amable, cercana, con equipamiento público y no unas vías que los separen a unos de otros salvadas por unas pocas pasarelas innacesibles para muchos.
La alegría de que este proyecto salga adelante no debe confundirse con ingenuidad. Las vías dejarán de partir los barrios y la ciudad, y dejarán también un espacio que pronto será un espacio en disputa en el cual las constructoras y promotoras tienen puesto el foco. El PAI del Parque Central puede albergar hasta cinco mil innecesarias viviendas de nueva planta. Por ello, desde Podem queremos poner el foco en tres aspectos:
1) diálogo con los barrios implicados. La actual política urbanística, pilotada por Sandra Gómez (PSPV) y tolerada por el alcalde Ribó se caracteriza por su verticalidad. Hacen reuniones, asienten y sonríen pero luego proponen y disponen... La participación ciudadana en las grandes decisiones brilla por su ausencia reducida a un mero trámite obligado por la ley sin trascendencia real. Muy lejos de las promesas de participación de PSPV y Compromís.
2) priorizar el desarrollo de lo público y de lo medioambientalmente sostenible. Sí se debe constituir, pero solo lo que es verdaderamente necesario para los barrios y, por supuesto, con mirada verde, feminista e integradora priorizando la vivienda pública y limitando la construcción privada. Del mismo modo, garantizar que la proyectada avenida García Lorca sea un espacio verde y no una vía rápida para vehículos.
3) garantizar que esos 500.000 metros cuadrados no son secuestrados por especuladores y fondos buitre. Las constructoras desean terrenos vacíos para levantar sus negocios, sin embargo la ciudad no necesita vivienda de nueva planta sino rehabilitación, mejora, vivienda pública y alquileres asequibles. Ya vivimos una burbuja inmobiliaria, sabemos quién la acabó pagando y no queremos que el Cap i Casal caiga en los mismos errores del pasado. El ladrillo no es una solución ni una apuesta por el futuro.
Así pues, celebramos que el soterramiento esté cada día más cerca y proponemos lo que es propio de un partido que ama su ciudad: frente a la especulación, servicios públicos y espacios verdes y feministas; frente al lucro privado, el aprovechamiento común; frente al ladrillo, una apuesta por la innovación y el territorio. Solo cuidando lo de todas sanaremos las heridas, solo así se puede.
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