Este sitio web utiliza cookies, además de servir para obtener datos estadísticos de la navegación de sus
usuarios y mejorar su experiencia de como usuario. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su
uso.
Puedes cambiar la configuración u obtener más información en nuestra política de cookies pulsando aquí.
Evidentemente
eso tiene dos peligros: uno primero es que el trabajador no sepa o no quiera
trabajar de esta manera o que el desconfiado patrón considere que así es
imposible controlar al trabajador. Otra posibilidad es que el trabajador, con
objetivos marcados, se pase todo el día delante del ordenador y no tenga tiempo
para nada más. Que también es un peligro.
En
estos días de confinamiento, mi trabajo ha sido de teletrabajo. Con
Ayuntamientos, con otros compañeros…Y he observado muchas ventajas al sistema.
En
primer lugar, el tiempo. Que como sabéis es oro. La disminución del tiempo
perdido en desplazamientos a las reuniones se minimiza de forma exponencial. En
una reunión de 15 personas nos ahorramos entre unas cosas y otras 15 horas de
trabajo de sueldos de directivos que se tiran a la papelera solo yendo y
viniendo al lugar de la reunión.
Pero
la importancia es mucho mayor. Porque a las reuniones vamos en un medio de
transporte que, por lo general emite emisiones contaminantes durante todas esas
horas que antes hemos contabilizado y reduce el tráfico facilitando la
movilidad. Es decir, un beneficio medioambiental evidente.
El
teletrabajo ha venido para quedarse, a la fuerza, pero para quedarse.