Teresa Nuez, presidenta del Rotary Club Valencia Centro. FOTO VICENTE RUPÉREZ
Teresa Nuez acaba de ser elegida como
presidenta del Rotary Club Valencia Centro, una institución eminentemente
masculina, pues de sus 38 miembros, sólo 2 son mujeres. Incrementar esta cifra es uno de los objetivos con los que llega, criada en un
pueblo de Teruel donde le inculcaron que “jamás tenía que depender de un
hombre”. Se compromete a explicar mejor y con más orgullo qué es el Rotary, que
cuenta con 1.200.000 miembros en todo el mundo y que abandera la lucha contra
la polio. En nuestra ciudad, su proyecto estrella permite distribuir, a través
de distintos hoteles de la capital valenciana, 100 raciones diarias de comida en
Benimaclet.
Veterinaria de formación y
profesión, constata que vivir con una mascota aporta más felicidad y desmonta
el gran mito del ecologismo: “En las granjas hay ordenadores que controlan la
temperatura, la humedad y los niveles de amoniaco que en muchas casas, con
nuestro clima, no siempre es posible”. Pide consumir menos para frenar el
cambio climático y ser capaces de relacionarse con personas que piensen de
manera diferente para evitar conflictos y construir la paz. ¡Ah! Y como maña y
funcionaria que es de la Generalitat, defiende conocer el valenciano como
elemento enriquecedor pero no como imposición.
¿Cómo llega una mujer a un
puesto eminentemente masculino?
Ha sido una sorpresa y sólo puedo
mostrar agradecimiento. Formo parte del Rotary Club desde hace tres años y, cuando
llegué, solo había otra mujer bastante más joven que yo, pero es verdad que yo
me involucro mucho. Me propusieron ser secretaria y al año siguiente,
presidenta pero las circunstancias personales de quien iba a ocupar ese puesto
han avanzado el calendario. Al principio me dio vértigo pero viendo la junta
con la que iba a trabajar y el apoyo con el que contaba, lo asumí.
¿Ha sufrido el machismo?
No. Yo me crié en un pueblo de la
provincia de Teruel y mi padre toda la vida nos han inculcado a mi hermana,
médico, y a mí que jamás dependiéramos de un hombre. A los 13 trasladaron a mi
padre a Zaragoza y luego tuve la suerte de encontrar a mi marido que me dijo
que mientras que no encontráramos trabajo los dos, no nos casaríamos. Nos
presentamos los dos juntos a la oposición de la Conselleria de Agricultura, en
la que él ocupó el primer puesto y yo, el segundo. Tanto en la Facultad de
Veterinaria como en mi trabajo, la mitad de mis compañeros eran hombres y la
otra mitad, mujeres. Nuestra fuerza es imparable, con un empuje especial,
porque somos capaces de hacer 20.000 cosas a la vez: llevar una casa, una
familia y un trabajo.
¿Es más fácil conciliar en la
Administración?
¡Sin duda! En mi ocupación
actual, somos todo mujeres a excepción de un hombre, pero es coincidencia.
Hombres y mujeres somos totalmente distintos porque nuestra sensibilidad y
capacidad de adaptación son muy grandes.
¿Qué es el Rotary Club?
Un grupo de personas que se
reúnen para un bien común, que es mejorar nuestra sociedad con un alto nivel de
ética. Cuando haces el bien, se te devuelve por tres. Queremos también
establecer lazos de amistad a través de un grupo de networking que acabamos de
crear.
En EEUU es muchísimo más
conocido que en España.
Ser rotario allí está súper
valorado, como en Alemania. En España somos muy pocos rotarios y quizás nos
confunden con otras asociaciones. También es culpa nuestra por no darnos a
conocer y por no sentirnos orgullosos y compartirlo con todo el mundo, especialmente
con la juventud. Contamos con los clubes Rotarats, compuestos por personas de
menos de 30 años donde trabajamos por ejemplo con temas de intercambios con
personas de otros países.
¿Hay que ser rico para
integrarse?
¡No! Yo no lo soy. Soy una mujer
trabajadora. Se paga una cuota mensual con la que subvencionamos también muchas
acciones sociales de la Fundación Rotary. Nuestro proyecto estrella en València
se llama Al Pan, Alimentos para Necesitados, que llevamos a cabo con distintos
hoteles de la ciudad y damos 100 comidas diarias desde hace un montón de años
en el Cottolengo y en el comedor San José de Benimaclet. Con dos furgonetas y
unas cajas especiales para trasladar alimentos en condiciones higiénico
sanitarias óptimas, nuestros voluntarios recogen la comida de los establecimientos
hosteleros y la distribuyen entre estos dos centros. En Navidad repartimos los
regalos de Reyes para las internas del Cottolengo y las Hermanitas de los
Desamparados, fomentamos la educación por medio de unas becas en las escuelas
de Ingeniería, apoyamos el arte con tres ediciones de un concurso pictórico y
no te puedes imaginar lo que nos lo agradecen los pintores porque para ellos
ese una oportunidad de presentar su obra. Pero, sin duda, el proyecto por el
que más se nos conoce es la lucha contra la polio: todos los rotarios del mundo
hacemos distintos eventos para inmunizar a todos los niños del mundo, junto con
Unicef y la Fundación Bill Gates. Además, anualmente seleccionamos un vino
valenciano, este año hemos incorporado un aceite también, cuyo precio
incrementamos en 1 euro, que va destinado a este fondo.
También organizamos una especie
de seminario de liderazgo para gente joven, contamos con Becas pro Paz…
¿Nos sobran conflictos?
Desde luego. Podríamos evitarlos
formando a la gente. Estamos en una sociedad muy conflictiva y muy irascible.
Para llegar a conseguir la paz, sería bueno que se inculcara desde las
escuelas, educando en valores. En Rotary cabe todo el mundo y eso es magnífico
porque partes de la base que no tendrás prejuicios porque la gente piense de
una forma o de otra. Si funcionáramos así, quizás seríamos más tolerantes.
¿Qué objetivo se ha marcado al
frente del Rotary?
Primero, que los miembros de nuestro
club estén ilusionados por venir y que aumenten los miembros femeninos porque
somos solo dos mujeres, sobre todo porque hasta hace unos años no se nos
permitía la entrada. La lucha de las mujeres rotarias ha sido larga desde 1950
en India pero hasta el 89 no se dio el pistolezo de salida y una vez que
entraron, pasaron a ocupar los puestos más relevantes. En nuestro club somos 38
socios y en EEUU puedes encontrarte clubes con 500 miembros. En España, en
conjunto, superaremos los 3.000 y en el mundo, 1.200.000 pero con una cifra
estancada que no evoluciona porque hay mucha entrada y salida de socios. Y me
gustaría que en España fuéramos a más porque trabajamos en distintas áreas
sanitarias, medioambientales…
¿El cambio climático es una
realidad?
Va super en serio y deberíamos
hacer más hincapié. Todos hablamos, por ejemplo, de reciclar pero nadie habla
de no ser tan consumista para no gastar los recursos naturales.
Es funcionaria y nacida en
Zaragoza, ¿comparte que el valenciano sea un requisito lingüístico en la función
pública?
Cuando vine a la Comunidad
Valenciana, aprobé una oposición con el compromiso de aprender el valenciano y
lo hice libremente. Las imposiciones no son buenas pero defiendo fomentar la
cultura de cada pueblo. Soy muy respetuosa porque la gente valenciana lo ha
sido conmigo.
Es veterinaria, ¿el peso de
las mascotas resulta imparable?
Estamos en una sociedad cada vez
con más gente sola y por eso se vuelcan en sus mascotas, buscando el cariño y
la compañía que dan. Realmente con ellas eres más feliz.
¿Pollo y huevos camperos, sí o
no?
En las granjas hay ordenadores
que controlan la temperatura, la humedad y los niveles de amoniaco que en
muchas casas, con nuestro clima, no siempre es posible. Nosotros llevamos a
cabo desde la Generalitat Valenciana unos programas marcados por Bruselas de
control de la salmonela y las condiciones higiénico-sanitarias de nuestras
gallinas ponedoras son super seguras. Disponemos de control de roedores,
pajareras, mosquiteras… y en el producto ecológico no podemos decir lo mismo. El
riesgo 0 no existe pero la cadena alimentaria en toda Europa en general y en
nuestro país en particular está muy muy vigilada.
También es miembro del Panel
de Cata de Vinos de la Generalitat Valenciana. ¿Podemos presumir de nuestros
caldos?
¡Desde luego! Buenos vinos hay en
todos los sitios. Es verdad que se bebe más cerveza que vino pero quizás sea
por la cultura y el clima mediterráneos, porque en Aragón quedamos a tomar
vinos y aquí, más a cenar en plan formal. No se sale de vinos por tascas. El
vino en España es barato y sí que veo que las mujeres están empezando a beber
más vino y las empresas se están orientando más hacia nosotras. Como nos dé por
consumirlo, arrasaremos.
¿Y los aceites?
Son fantásticos. El laboratorio
agroalimentario de Agricultura es de los pocos acreditados a nivel nacional y
muchas autonomías traen sus aceites a analizar aquí. Tenemos muy buen aceite en
Castellón, en Requena, Alcoy… Hoy concretamente he probado unos virgen extra
que eran de locura. Quizás nos cueste introducirlos más porque el olor y el
sabor son potentes y la gente está acostumbrada a tomar otros más suaves.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia