Roberto Rovira. Unos
800 millones de personas en nuestro planeta no disponen de una
alimentación necesaria que garantice una vida digna y saludable. Es
decir, un 10% de la población mundial pasa hambre, lo que supone más
de 17 veces la población de España. Casi la mitad de las muertes de
niños menores de 5 años se debe a una alimentación deficiente, la
escalofriante cifra de 3,1 millones de niños al año (y ninguno de
ellos es cubano). Y esto no es algo que solo afecte al llamado tercer
mundo, la realidad es que en países tan desarrollados como el
nuestro la situación no es nada favorable. En España uno de cada
tres niños vive por debajo del umbral de la pobreza, uno de cada 10
es pobre severo y cerca del 30% de la población está en riego de
exclusión social, todo ello en una de las 20 primeras economías del
mundo.
Mientras
tanto, según datos de este año el número de ricos crece en España
un 40% más desde 2008 y solo en 2014 el incremento fue del 10%
situándose en la cifra de 178000 personas. Las 100 fortunas más
ricas de España gozan de un patrimonio de más de 160 mil millones
de euros, más del 15% de PIB de nuestro país.
ACNUR
alertaba en septiembre de este año que más de 350 mil personas
habían cruzado el mediterráneo huyendo de la guerra, la miseria y
la persecución. Según la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) en el mes de agosto de este año más de 2000
personas habían perdido la vida intentado cruzar el Mediterráneo,
un 20% más que en el mismo periodo del año anterior. Y solo en el
año 2014 murieron 3279 personas por las mismas circunstancias, cifra
que del año 2000 a 2013 se calcula en más de 23000 muertos. A este
panorama desolador se le suma el exiguo compromiso de la Unión
Europea y los países miembros, con recursos materiales y humanos
terriblemente insuficientes, en lo que se ha calificado ya como “la
mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial”.
Ante
esto, países como España protegen sus fronteras con las conocidas
concertinas, cuchillas capaces de arrancar la piel a tiras y provocar
heridas de muerte. Gracias a la empresa de Málaga que fabrica este
terrorífico invento Hungría ha podido instalar un muro de la
vergüenza de 175km en sus fronteras. Esa es la política migratoria
de nuestro país para luchar contra el hambre, la miseria y la marca
España que vendemos como puntera. Y por si fuera poco, el gasto
militar mundial ascendió a más de 1600 billones de euros en 2014
Que
cada uno saque sus propias conclusiones pero la desigualdad, el
hambre y miseria inherentes al sistema económico capitalista en el
que vivimos es otro tipo de terrorismo, ejercido por esa minoría que
se pasea con traje y corbata por los despachos de los gobiernos de
las grandes potencias y por los consejos de administración de las
grandes empresas. Tienen nombre y apellidos, sabemos quiénes son,
pero este tipo de terrorismo parece no preocupa a la comunidad
internacional.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia