El cocinero valenciano Toni Carceller. EPDA
Toni Carceller, en la food truck. Vicente RupérezDe
Foios, finalista valenciano de Master Chef, el talent show que engancha a más de dos millones de telespectadores
semanalmente. Y que cambió su vida: de la comunicación a la organización de
eventos con las food trucks importadas de EEUU que han llegado para quedarse,
con una oferta gastronómica rápida y de bocado, que no implica la fritanga o la
comida basura.
El 80%
de lo que comemos nos entra por el olfato y sólo el 20%, por el gusto. Nos
pirran las hamburguesas pero en versión gourmet y valencianizadas: con habas,
con blanco y negro o con escalibada.
Regenta,
también, una hamburguesería en Cirilo Amorós, una de las calles más afectadas
por los cambios en la movilidad. Reclama volver a aparcar en los carriles
Bus-Taxi por la noche y acabar con “las autopistas de bicicletas en Colón”.
Fallero, pide a Junta Central Fallera que “deje de criticar la fiesta que se
supone representa. Si se ataca al motor, no queda nada”.
¿Cómo llega Masterchef?
De
manera bastante inesperada. Desde niño me había gustado mucho la cocina, porque
disfrutaba viendo a mi madre guisar. Decidí presentarme y fui pasando los
castings hasta que me vi con la maleta en Madrid.
¿Cómo es el día a día del talent show gastronómico más exitoso?
En mi
caso, al ser finalista, estuve tres meses. La experiencia no sólo son los
programas que vemos en televisión sino lo que pasa detrás. Vives en una casa
con 15 personas a las que no conoces de nada y tienes ya una edad que no facilita
la convivencia pero te ayuda a descubrir una parte desconocida de ti mismo. Es
como cuando vas a un campamento siendo adolescente porque en el concurso te organizan
tu día a día… Vives con ilusión y con un nivel de tensión espectacular al poder
disponer sólo de 10 minutos a la semana de contacto telefónico con el exterior.
La experiencia es durísima cuando la vives porque, en mi caso, tengo además un
niño de tres años y medio con el que no podía hablar todos los días. Pero
cuando sales, la echas de menos y darías lo que hiciera falta para volver a
vivirla.
¿Cuál fue el pasaporte para la final?
Un
foodpairing. Cuando disfrutas comiendo un plato, el 20% viene marcado por el
gusto y el 80%, por el olfato. Hay muchos alimentos que crees que no combinan
pero al final lo hacen por el olfato. Los concursantes teníamos que relacionar
siete alimentos que previsiblemente no tenían nada que ver entre ellos y había
que conectarlos. El mix de sepia con alcachofa, con frambuesa y con panceta de cerdo me dio el pase a la final.
Posteriormente, he intentado trabajar algo así en arroces y es asombroso cómo
se compenetran el marisco y el cerdo.
¿La televisión cambia la vida?
Te
aporta una confianza muy grande en ti mismo. Salir en prime time durante tres
meses te da mucha seguridad para afrontar tu nueva vida. Yo me dedicaba al
mundo de la comunicación y ahora, a la organización de eventos gastronómicos.
Y apuestan por las food trucks. ¿Por qué tienen mala prensa?
La food
truck es un espacio que hay que saber cuidarlo bien porque debemos mantener
unos requisitos mínimos, como en un restaurante: limpieza y buen producto. Puede
haber personas que se escondan en la comida callejera para no respetar estos
estándares pero no es lo habitual.
En
cualquier caso, siempre se puede comprar comida con garantías porque estamos
sometidos a los controles de Sanidad que si no los superas, comportan el cierre.
En cada evento, Sanidad supervisa al principio y luego cada uno debe ser
responsable de lo que ofrece.
La food
truck ha llegado para quedarse porque es una manera diferente de comer,
importada de EEUU, donde las leyes son mucho menos estrictas.
Nuestro
primer evento se llama Sol Market. La food truck se ve como una comida basura
pero este año queremos hacer el lugar donde veranean los mejores restaurantes
de Valencia. Vamos a mejorar la imagen a través de restaurantes de VFalencia
conocidos que puedan dar sus productos de otra manera.
¿Se puede comer bien?
El
problema de las food trucks es su tamaño, que te limita la carta y no puedes
hacer elaboraciones muy largas. Tiene que ser comida rápida sin cubiertos ni
platos sino de bocado. Nosotros buscamos rotación para que la gente pruebe de
todo en distintas food truck.
¿La comida rápida puede ser sana?
Por
supuesto. Tenemos comida asiática, vegana… No tiene por qué estar unido ni a la
fritanga ni a los rebozados. No va ligada a la basura.
¿La opción vegana ha llegado para quedarse?
¡Completamente!
Como la comida y la bebida sin gluten porque la celiaquía es una enfermedad
mucho más habitual de lo que parece. Personalmente no comparto la apuesta
vegana aunque la entiendo. Creo que comer sólo verduras te limita las proteínas
y ¡no somos cabras!
¿Cuáles son los alimentos estrella?
Siempre,
las hamburguesas pero no como las hemos conocido toda la vida sino innovando.
Por ejemplo, en nuestro restaurante N 5 ofrecemos una con pesto, otra
espectacular con Jack Daniels, acompañadas de pan de cerveza… Se trata de
desmontar mitos, convirtiéndolas en un plato gourmet.
¿Hay en Valencia exceso de locales de
hamburguesas?
Se da el
mismo fenómeno que en todos los booms gastronómicos. Al final se quedarán solo
los mejores locales que no han especulado con el negocio. En nuestro caso,
vamos paso a paso con buen producto. El N 5 simula un taller de motos de los
años 70, por lo reales que parecen los suelos, las paredes, los boxes… pero
todo está hecho adrede para nosotros.
¿Nuestra vida se entendería sin EEUU?
Nosotros
tenemos nuestra cultura propia pero en general todo el que va vuelve enamorado
y es bueno importar lo mejor que tienen. ¿Qué problema hay en copiar al mejor?
¿Se puede complementar lo valenciano con lo
yanqui?
Una de
mis apuestas en Master Chef era fomentar la gastronomía valenciana, que es muy
extensa, con la norteamericana. A nivel nacional, se nos conoce por las paellas
pero tenemos mar, montaña y huerta. Y esto sucede en pocas autonomías. Al final
intentaba dar la vuelta a todos los platos y convertirlos en valencianos,
siguiendo los trucos de mi madre, de la que aprendí a cocinar. Por eso he
introducido hamburguesas con habas, con blanco y negro, con escalibada…
Después del fallecimiento de una mujer en el
restaurante Riff, nos preguntamos: ¿Las cocinas ofrecen garantías?
¡Por
supuesto!. Y en este caso, estoy aún más convencido y, de hecho, al final las
investigaciones han quedado en nada. Un restaurante como el Riff no se debe
poner en duda. Es verdad que es un tema delicado y desgraciado y estas cosas
pueden pasar en las mejores cocinas del mundo pero no debemos estigmatizar a un
local con estrella Michelín.
Su hamburguesería está en la calle Cirilo
Amorós, afectada por los cambios en la movilidad.
Se ha
notado mucho el aumento de retenciones y la gente se queja más también por la
falta de aparcamiento, al haber suprimido la posibilidad de aparcar en los
carriles Bus-Taxi a partir de las diez de la noche. El atasco de Ruzafa
repercute también en Cirilo Amorós. Aquí viene mucha gente de Valencia ciudad
pero también de fuera. El transporte público se acaba a medianoche y con tanto
inconveniente para el vehículo privado, generas molestias al que viene a cenar.
Se lo piensa mucho y le quitas clientela al restaurante.
Al
Ayuntamiento de Valencia, el centro le importa muy poco y al final hace un
brindis al sol, quedando como ecologista de cara a la galería. Dicen que fomentan
el uso de las bicicletas pero no lo hacen con la misma intensidad en otras
zonas de la ciudad sino que lo concentran en el centro. Para este gobierno, el
centro no es su núcleo de votantes y adopta este tipo de medidas simplemente
por notoriedad.
Es decir, que el centro es como un escaparate.
Es un
castigo a los vecinos y los comerciantes. Está muy bien fomentar la bicicleta
pero otra cosa es obligar. No puede ser que haya autopistas de bicicletas, por
ejemplo en la calle Colón, donde interrumpen la vida diaria del ciudadano
valenciano. A la gente le cabrea. La bici no es la dueña de la carretera y tampoco
lo es el coche pero hay que plantearse que el que conduce es vecino de
Valencia. La calle Colón está llena de coches pero no de bicis, lo que constata
que sobra carril bici.
¿Falta comprensión con las Fallas?
Las
Fallas son de los falleros que pagan y organizan la fiesta y la dan a disfrutar
a todos los ciudadanos. El Ayuntamiento debe controlar que no haya problemas
pero no destrozar la fiesta. No puede salir el concejal de Cultura Festiva,
Pere Fuset, señalando a las comisiones como responsables del botellón. No es
sostenible que se instalen sólo 800 urinarios para 1 millón de personas. Es
verdad que viene gente a una cultura de botellón que no gusta a nadie pero para
evitarlo, habría que promocionar la fiesta de otra manera más adecuada,
precisamente desde el Ayuntamiento.
¿Se entiende el ataque de Junta
Central Fallera (JCF) a las fallas de la sección especial?
No
se entiende ni para las fallas de especial ni para ninguna que integran
cualquier sección. No es función de JCF criticar la fiesta que se supone que
“representa”. Tiene que estar para apoyar y acompañar a las fallas y con esto,
a los falleros, que son quienes año tras año trabajan para la fiesta, con el
único objetivo de dar a la ciudad el espíritu de una fiesta que es Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad.
Si JCF ataca al motor, no queda nada.
¿Habría que profesionalizar JCF?
No.
JCF tiene que estar compuesta por gente válida que mediante la experiencia
puede ayudar a que nuestra fiesta siga creciendo. Compuesta por personas que se
deja la piel por las Fallas y como en cada uno de sus casales, lo hacen sin
ánimo de lucro. Entregan sus horas de trabajo por lo que consideran que es su
pasión.
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