El día después de no ganar las elecciones hay que hacerse preguntas. Casi todo el mundo cree que esas preguntas dependen del resultado del escrutinio, pero particularmente creo que no. No se trata tanto de buscar las causas, sino los resultados. Porque al final todos los que hemos tenido la oportunidad de desempeñar una responsabilidad pública, por el tiempo que sea, lo hemos hecho siendo siempre interinos y muy afortunados por poder hacerlo. Ni tenemos derecho a estar siempre, ni el derecho a enfadarnos por dejar de estar. Solamente cabe ser agradecido.
Por eso lo que yo me pregunté era otra cosa. Era si creía que con lo que hubiera podido aportar dejábamos una ciudad peor o mejor de la que encontramos. Si en el desempeño de mis responsabilidades podía salir, con todo el espacio de mejora y los errores que hayamos cometido, orgulloso de mi paso por el gobierno de mi ciudad. Y creo humildemente que sí. Dejo de ser concejal hacienda, tras continuar el trabajo de mi tan añorado Ramón, con la cifra más baja de deuda por habitante de España, viniendo de donde veníamos. Dejo de ser concejal de desarrollo económico con las mejores cifras de creación de empleo de todas las grandes ciudades y algunas de las inversiones más importantes que nunca ha recibido esta ciudad, siguiendo también el camino de Sandra o Pilar. No es gracias a mí, nada de lo que conseguimos es nunca mérito exclusivo nuestro, pero puedo decir con la cabeza alta que ha ocurrido con nosotros. Pero aun así, pasados los días ni siquiera esa es la pregunta más importante que mide si valió la pena, fue positivo o no lo fue. Creo que la respuesta que más lo clarifica es si pasados los años podrás seguir tomando un café con aquellas personas que has trabajado y recordaran con cariño lo que se hizo. Y ahí creo que están también las razones para pensar que lo de ahora es solo un paréntesis breve.
Porque a diferencia de otros momentos históricos no toca abandonar el despacho esquivando la mirada de nadie, por la puerta de atrás o prefiriendo no hablar de lo que pasó. Hoy dejamos de ser gobierno y pasamos a ser oposición, pero no es la misma oposición la que se puede hacer tras haber sido un buen gobierno. Ese capital político es el que marcará que, otra vez y esta vez muy rápido, hagamos posible el tornarem.
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