El PP ha arrasado en las elecciones. Parece injusto que se le reste mérito a un Rajoy que ha sobrevivido a dos elecciones perdidas, a tramas y contubernios internos, a una campaña constante de desprestigio desde los medios afines al PSOE y desde los propios líderes de este partido y sobre todo a una campaña realizada por el líder popular que, pese a no ser demasiado vistosa, ha sido mucho más respetuosa con el “rival” que lo que lo ha sido Rubalcaba con él.
El discurso del miedo, del dóberman, traído, además, por los viejos fantasmas que lo sacaron por primera vez: González y cia y representado por su viejo portavoz, Rubalcaba, no ha traído más que descalabro. Esa vieja verborrea de privatización de servicios esenciales no ha calado salvo en los que se dejan engañar.
Articulistas y demás escribanos se han dedicado, a la desesperada cada quince días a decir que el PP no era el cambio y si lo era lo sería a peor, como si se tratara de que gobernara otra vez ese gobierno socialista encabezado por un Zapatero vacio y rodeado de ministros aún más vacíos que él.
Y esos mismos son los que han acabado con el PSOE y ahora sólo han podido echar mano de los viejos dinosaurios o de posibles candidatos vacuos y con el único haber de salir mucho en prensa como Chacón.
Lucha contra los ricos
El que ha seguido con su discurso de hace siglo y medio, ha sido IU, que con esas frases de siempre de “hay que luchar contra los ricos” “o que los ricos paguen su crisis” ha recuperado a los izquierdistas pasados al PSOE cuando se creía que Zapatero iba a traer ese onírico sueño izquierdista de : todos pobres.
Mariano Rajoy tiene una dura tarea y no puede esperar a los plazos, ha de anticiparse y de trabajar junto a Zapatero que ya tiene las maletas h e c h a s , para empezar a implantar las medidas económicas.
Rajoy hizo en la noche electoral un discurso de hombre de estado, conciliador y realista, en ese discurso llamó al esfuerzo común, al sacrificio, al trabajo y a la unidad nacional para salir de este tremendo agujero en que creó la apatía, la mentira, la torpeza, la incompetencia y la desunión que encarnó Zapatero y el PSOE durante estas dos legislaturas.
El PSOE sigue sin ver la verdadera causa de la escampada de cinco millones de votantes, sigue realizando el mismo análisis para su crisis que la que realizó para la España. Ahora, en su bote, sólo se hunden ellos, los demás no podemos hacer nada salvo esperar que el PSOE se convierta en ese partido fuerte, moderado y moderno que es necesario que sea para tener en España una democracia sana y estable, o esperar que sea tragado por las aguas víctima de su propia impericia.
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