Paula García. EPDA Me indigna la actitud de muchas personas ante la falta de concienciación de uso de mascarillas y demás medidas de precaución que ya todos conocemos. Me molesta porque: o la sociedad está narcotizada, o la gente sencillamente “pasa de todo” o las neuronas de cada persona no se entienden entre ellas.
Difícil cambiar los comportamientos y hábitos de la gente si nosotros, como sociedad, no queremos cambiar. Esto (la pandemia y sus consecuencias) implica que todos debemos estar en la “misma onda”, es decir, ¿tan difícil es llevar una mascarilla?, ¿tan difícil es mantener la distancia de seguridad?, ¿tan complicado es ser conscientes de lo que estamos viviendo y aceptar que no es una broma de mal gusto, sino una realidad que nos golpea a todos?
No quiero hablar ya ni de pandemia. Estoy cansada de ver la sarta de mentiras que “nos venden” políticos y medios de comunicación, al servicio de la mano que los alimenta. No. Ya está bien. O la sociedad española se pone en marcha, como sociedad cargada de individualidades que deberían ser responsables y consecuentes o, realmente, la próxima década va a ser demoledora tanto en vidas, como en la economía de este país (por poner un período de tiempo largo. Porque esto va para largo).
Nadie quiere un toque de queda -que me suena a “dictadura”, al menos en mi imaginario personal-. Nadie quiere que nos confinen de nuevo. No lo pasamos bien entonces y un segundo confinamiento, aunque tal vez necesario, sería devastador. Pero, oiga, es los tiempos que vivimos y debemos, tenemos que aceptarlo. La responsabilidad de cada individuo cuenta más que nunca. “Tus hábitos son mis consecuencias”.
No queremos más muertos, no deseamos más hospitalizaciones, no queremos enfermar, no queremos ver impotentes como nuestros seres queridos mueren en la soledad de una habitación aséptica de un hospital español donde los únicos latidos que bombean son los míos (tal vez) y los de una enfermera o enfermero que me consuelan ofreciendo su mano. Pero, señoras y señores, es una realidad a la que nos tenemos que enfrentar. Nos guste o no.
Para patrañas, la televisión u otros medios de comunicación cargados de malas, terribles estadísticas y preñados de declaraciones de políticos corruptos. Mi bandera es banca. No me “caso” con nadie. Creo en la Política como instrumento de una sociedad que se vertebra de individuos y que se organiza para ser mejor en todos los ámbitos.
Sólo hace falta que seamos responsables. Pero, parece que los españoles no estamos entrenados para ello. Una república fallida, una Guerra Civil, español contra español, absurda que destrozó España y que, nos guste o no, las consecuencias, la herida sigue abierta. “Mi querida España “de las aras quietas y las vendas negras”, como cantaba Cecilia, allá por la década de los setenta.
“De tu santa siesta, ahora te despiertan, versos de poetas ¿Dónde están tus ojos? ¿Dónde están tus manos? ¿Dónde es tu cabeza?” (extracto de la canción de la cantautora Cecilia en 1975). Aún estábamos viviendo en la dictadura de Franco. Ella se atrevía con todo, por mucho que le censuraran las letras. Ella seguía y seguía hasta que un terrible accidente de tráfico acabó con su vida.
Y eso me pregunto yo: “¿Dónde está tu cabeza, España?”
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