Los símbolos patrios sirven y mucho, es
distinto respetarlos, sentir
una identidad de lengua, de costumbres,
de nación a ejercer el
nacionalismo enfermizo y sectario. Cuando
un país es consciente de su
historia, ama a su tierra, a su gente
aprende a crecer y a trabajar
para sí mismo y aporta lo mejor de sí a
su comunidad, tiene un sentido
profundo de hacer patria, al mismo tiempo
siente el respeto y la
admiración por otras patrias por lo tanto
por sus símbolos, costumbres
y credos.
El amor nacional mal entendido es el que
alimenta odios,
discriminación y barbarie, por lo general
es manipulado por líderes que
tienen intereses particulares, mediáticos
y egoístas, mientras que un
amor nacional bien entendido es un llamado
a respetar, a educarse y a
trabajar por su país para un crecimiento
individual y colectivo y poder
competir con igualdad de condiciones de
autoestima en los deportes, el
arte, la ciencia, la economía, etc.
siempre respetando al otro, al
diferente por su nación, religión,
política o sociedad.
Cuando los nuevos ciudadanos crecen sin
identidad, con indiferencia,
sin límites, sin valorar el sitio en el
que les tocó vivir por azar o
por destino, simplemente todo les da lo
mismo. Los seres humanos somos
de una misma especie, todos pertenecemos
al planeta tierra y el ideal
utópico es que no importa en qué lugar
del mundo nos encontremos porque
allí es nuestra casa, nuestro lugar, es
lo que nos pasa a quienes por
alguna razón dejamos de vivir en la
patria de origen, se aprende a
integrarse en la nueva comunidad, a
quererla, a respetar sus costumbres
y en definitiva lo que en realidad
importa es dónde se tienen los
afectos.
En la vida real aunque somos de una misma
especie humana, tenemos
distintas historias, lenguajes,
creencias, colores de piel, costumbres,
por eso existen los países que son una
suma de individuos que se
organizan con unos fines concretos. Los
símbolos patrios bien
entendidos sirven para comprender una
identidad de lugar de origen,
para unir a un grupo humano con fines
comunes hacia objetivos de
crecimiento y valores humanos, un ejemplo
son algunos países en
distintos sitios del planeta quienes
dejan ver esa fuerza interna en
diferentes manifestaciones deportivas,
artísticas, científicas, son un
verdadero estímulo para querer crecer en
todos los aspectos, el problema
está cuando ese amor patrio se torna
enfermizo, excluyente y
discriminador entonces vienen los
nacionalismos que atropellan a los
que se consideran distintos o inferiores,
hay pueblos enteros que han
sufrido ese rigor: judíos, eslovenos,
palestinos, latinos, por nombrar
a algunos ni que decir en un mismo país
los de una región excluyen a
los de otra teniendo una historia que han
vivido juntos, hasta familias
del mismo origen, porque siempre los
grupos humanos dominantes durante
toda la historia de la humanidad han
maltratado y excluido a los que
consideran diferentes a ellos y que les
han resultado incómodos.
Se crean los estigmas y se promueven, de
esa forma aumentan las
injusticias y las eternas guerras físicas
y sicológicas; porque la
exclusión no siempre es una guerra
directa, se siente en la vida
cotidiana con la actitud, con los
trabajos, con el trato.
En la actualidad los símbolos patrios
deben servir para crear una
conciencia en las nuevas generaciones de
respeto, de valores, de
dignidad, de crecimiento y aplicar todas
estas virtudes a las otras
naciones porque en un mundo como hoy tan
interconectado es cada vez más
frecuente que personas de un país vivan
en otros destinos lejanos.
Todos los seres humanos hemos sido
inmigrantes, así empezaron las
primeras comunidades a establecerse,
siendo nómadas, es un
desconocimiento histórico o es una
negación sicológica no asumirlo y
maltratar a otro que no tiene arraigo y
familia o que por
circunstancias económicas, sociales o
voluntarias decide establecerse
en una comunidad.
¿Cuántos países se han hecho grandes
naciones con los
inmigrantes que han trabajado para ellas
y en cuántos casos los propios
de una comunidad son los que más daño y
barbarie han causado.?
Ahora bien, y aquellos que tienen una
madre de un lugar de origen, el
padre de otro y los hijos de otro,
entonces ellos qué son, serán de la
patria donde se establezcan y trabajarán
para sí mismos y por ella.
Varios académicos plantean el problema
del nacionalismo para que no se
vuelva a repetir y hay un cierto
pesimismo y desconsuelo porque tenemos
ejemplos evidentes de injusticias y de
exclusiones particulares y
colectivas que después de causar miles de
muertos, sufrimiento, miseria
vuelven y se repiten, casos lamentables
que si hubiese otra especie
igual o superior a la humana en términos
de como entendemos la razón,
pensaría que estamos por debajo de las
especies animales más
elementales. De qué nos sirve un progreso
industrial, económico,
científico, académico, tecnológico si
seguimos con las conductas del
hombre de las cavernas.
Quizá los más poderosos del planeta
formen una élite y se vayan a vivir
a Marte y nos dejen a los simples
mortales como muñecos de sus juegos
bélicos en función de sus intereses,
quizá en esos juegos bélicos un
día ya no quede raza humana y entonces
esa élite predilecta forme un
nuevo planeta en Marte o recolonice la
tierra, entonces surgirán nuevas
competencias por el poder y la autoridad,
nuevas exclusiones y nuevos
nacionalismos porque el problema subsiste
en la mente, en lo que se ha
cultivado en ella por generaciones y en
nuestra lucha animal y racional
hasta que entendamos que somos mucho más
que esa combinación y que
podríamos lograr más resultados en
nuestra evolución si trascendiéramos los límites del
instinto, del pragmatismo y del
hedonismo.
Nuestra bandera
Cuando miro a tus ojos
y me besas en la boca
amo esa tu bandera
Cuando me encuentro solo
y me brindas compañía,
si acaso estoy triste
y despliegas tu sonrisa
amo tu bandera.
Cuando juntos luchamos
por el hambre o por la vida
no recuerdo la tuya o la mía
solo se que no hay confines,
si camino tras tus huellas
que me indican un camino
agradezco esa, tu bandera
si estás angustiado o sin patria
te ofrezco mi morada
donde hayan cuatro estacas,
unas manos y un afecto
ahí nace otra: nuestra bandera.
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