Pepa reside en un barrio de València pero hace vida en Mislata a falta de servicios y centro social en el suyo. Foto: Forés Ciudad de València que se ubica en el distrito de L’Olivereta. Una zona que limita al norte y oeste con Mislata, que mira al este y se encuentra con Nou Moles y al sur lo hace con La Llum y La Fuensanta. Escrito así parece que describamos una zona donde,a prior, impera la normalidad. Son casi 5.000 habitantes los que viven en sus calles, en un espacio que tiene una densidad muy alta, una de las mayores de la ciudad. Y desde hace demasiados años, décadas incluso, no gozan de servicios básicos. Espacios donde hacer vida, lugares que deberían hacer barrio.
Pepa Yañez lleva 20 años residiendo aquí. No pertenece a ningún colectivo vecinal ni tiene adscripción política alguna. “No señalo a nadie, esto es un problema que llevo viendo casi dos décadas”, pero tiene una visión muy critica y constructiva con lo que allí sucede.
Yáñez argumenta que tiene dos problemas, su ubicación. “Es un barrio que está entre la avenida del Cid y el 9 d’octubre y lindamos con Mislata, el vecino de enfrente vive en Mislata, es una especia de frontera psicológica en el día a dia, sobretodo cuando tienes que ir al medico o a una piscina municipal, tienes que cruzar casi una autovía, y eso para muchas personas, mayores o que vayan con un niño pequeño que lo lleven a natación es demasiado”.
EL NÚCLEO
Su queja se eleva, no se concreta en elementos fallidos concretos, “Es una célula de la ciudad que funciona sin núcleo, No hay una instalación publica en el que pase nada. Me refiero a un centro social, una biblioteca, o un pequeño dispensario para enfermos crónicos”, o incluso un mercado, del que al menos podrías formar parte, y hacer actividades culturales. Por no haber no hay ni un Mercadona “, explica esta pedagoga natural de Alacant.
Es cierto que se han hecho muchos proyectos a lo largo de varias décadas, pero ninguno ha fructificado. Mislata parece su única salida. Pero para disfrutar de alguna instalación exigen el padrón, por ejemplo en salas de estudio, tienen preferencia los Sciudadanos de Mislata.“Parece que vivamos en Mislata, gastamos en comercios de Mislata, llevamos a los niños a los colegios de Mislata, creo que por eso no hay protestas, porque de la SEAT para allá todos miramos hacia esa localidad, a mi hija está salvándole Mislata”.
Se entiende esa reclamación viene dada porque no hay colegio publico en Soternes y eso provoca que muchos niños y niñas de esta zona vayan a los colegios públicos de ese municipio.
Sin referencias
Es cierto que a su alcance hay un museo, el de Historia de València, pero éste parece vivir de espaldas a todo lo que tiene a su alrededor, de hecho, es el gran desconocido de la red de museos de la ciudad.
Podrían tirar de los presupuestos participativos pero los vecinos no tienen quien articule el movimiento. No hay tejido asociativo alguno. Hay muchos viviendo pero no hay vida.
También hay quejas concretas. Las que tienen Alberto y Juana. Llevan viviendo 15 años allí, y gozan de unas espectaculares vistas a uno de esos solares que hacen de aparcamiento abierto al público. Un inmenso espacio que se convierte en un barrizal cuando llueve y en un ventilador de polvo cuando no. “No podemos abrir las ventanas, es imposible. Y encima han habilitado una rampa para que los coches suban a las aceras y accedan al solar. Hemos llamado mil veces al ayuntamiento pero como dicen que todo el espacio no es de ellos, no pueden hacer nada”, explica Alberto.
”Y mira la limpieza (señala el suelo). Los alcorques están llenos de hierbas. Y nada de autóctonas. Es un desastre, las calles están siempre en el suelo. ”
Juana, su mujer apunta, “Al menos que el espacio que sea suyo lo adecenten, y antes venían los servicios de limpieza y baldeaban. Ahora ni eso”. Puede que si protestan se encuentren con algo bueno para su barrio.
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