Amparo Folgado Tonda. /EPDA Pedro Sánchez nos tiene acostumbrados a sorprendernos con sus tretas para conservar el sillón de la Moncloa bajo su poder; cada día es un reto nuevo el que nos desafía para adivinar cuál será la bajada de pantalones del momento para mantener su objetivo intacto, sin límites y con poca, o nula, decencia hacia la ciudadanía. En esta carrera sin fondo, y sin escrúpulos, el presidente del gobierno ha sobrepasado infinidad de veces líneas rojas. La última: poner como narrador de nuestra Historia reciente a Bildu, los herederos de ETA, dejar a los herederos del terror y la brutalidad reescribir la Historia con su relato de crueldad y dolor.
Obviamente, Bildu, el brazo político etarra, se ha vanagloriado de esta puñalada consentida por Sánchez a la memoria de las víctimas y a la dignidad de todos los españoles. Los sucesores de la imposición de un pensamiento a través de la sangre y la masacre, ahora serán los encargados de poner en duda, de forma oficial, una Transición modélica, alabada por todos los organismos internacionales y que nos ha permitido vivir en concordia y libertad el período de tiempo más largo de nuestra historia. Los que atentaron contra el Estado de Derecho, contra las libertades y derechos fundamentales de todos, ahora serán una voz autorizada.
Los que se negaron a respetar la voluntad de una sociedad democrática y mataron, mutilaron e hirieron de por vida vilmente a los demócratas, son un socio preferente para este gobierno de PSOE y Podemos, como se ha demostrado en los últimos años, pero es que ahora, en el súmmum de la desfachatez y la inmundicia política, le otorgan un papel dominante para tapar los años de plomo, los más de 800 asesinados, los miles de heridos por sus predecesores y convertir a los verdugos en las víctimas. Los asesinos van a imponer su relato sobre el sufrimiento, mucho tiempo incomprendido, de toda una sociedad.
Y todo esto a pocos días del 25 aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. A escasos días de recordar el momento en el que la sociedad dijo basta a la sinrazón del terrorismo de ETA, del momento en el que todos plantamos cara a la barbarie sin más armas que la palabra y la democracia. Un día en el que todos los españoles fuimos uno y dejamos atrás el miedo para enfrentar la principal amenaza a nuestro sistema de derechos y garantías. Ahora, es el momento de decidir de qué lado se está: si con el espíritu de paz que un joven concejal despertó en toda España y todas las víctimas que defendieron la libertad, o con los totalitarios de ETA que intentaron destruirnos a través del terror y la violencia.
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