Kiko Adán. El artículo 31 de la Constitución española establece los requisitos mediante los cuales se viene ejerciendo la obligación de contribuir a los gastos de todos por parte de todos, es decir, aquellos principios que van a regir el pago de impuestos.
Entre ellos se encuentra el principio de no confiscatoriedad, capacidad económica Y progresividad, principios que, como todo en derecho, son interpretables y hoy más que nunca, más necesariamente interpretables.
El hecho de que esté en portada la huida de youtubers a lugares donde la presión fiscal no es asfixiante permite la puesta en común de un problema que viene acuciando a ciertas personas que, por su profesión o su emprendimiento, les ha permitido cobrar grandes cantidades de dinero al mes y que ven como España no les ofrece las condiciones de vida que ellos esperan.
Esto pasa con ellos y pasa con deportistas, jugadores de póker, científicos, sanitarios y un sinfín de personas que creen que en España no hay futuro.
Hoy en día cualquiera que pueda ganar más de 12.000 euros al mes ha de contribuir, según la Comunidad Autónoma donde resida – por el famoso tramo autonómico- entre el 48 e incluso, el 53% de esa cantidad, llevándose el Estado, sólo por la renta, más de la mitad de los ingresos recibidos de la actividad profesional o empresarial, si además, ese dinero proviene de los beneficios que una empresa ha podido repartir, ésta ha tenido que pagar un buen pellizco del impuesto de sociedades, a parte de todos los gastos energéticos, gastos sociales y demás. En definitiva, para que alguien pueda llevarse, a su cuenta esos 12.000 euros, la empresa ha debido facturar una gran cantidad de dinero. Un esfuerzo comercial que merma la competitividad.
Durante toda esta polémica tributaria que aleja al inversor y repele al que más dinero tiene y que podría reinvertir y gastar aquí, se han estado esgrimiendo argumentos en pro y en contra del comportamiento de los que son llamados ahora “exiliados tributarios”.
Les sonarán estas expresiones de Monedero, que dijo que “ El Rubius es gentuza egoista que dinamita el Estado de Derecho" y como él, la maquinaria propagandística de izquierda, se ha agolpado en redes sociales a descalificar a todo aquel que ha osado utilizar su libertad que, gracias a Dios, se establece en nuestra Constitución, legislación Europea y multitud de tratados internacionales, para establecer su residencia donde le dé la real gana.
La decisión del Gobierno de socialistas y comunistas, sobre todo de éstos últimos, de perseguir y machacar al que se va, se basa en el antipatriotismo y en la clara muestra de ingratitud del huido con el Estado que todo le ha dado.
Esto me recuerda a aquél juego de rol al que jugaba con mis amigos llamado “Paranoia” en el que un ordenador paranoico y ególatra, regía una sociedad clasista donde todo el que vivía ahí tenía la obligación de ser feliz y sonreír porque, si el ordenador era todo poderoso y sabio no podrías ser infeliz y si lo eras, es que estabas diciendo o sugiriendo que el ordenador no era todo poderoso y por lo tanto eras un sucio traidor. La trampa ideológica es que el subversivo libertario que quería acabar con ese Estado colectivista y dictatorial era “comunista” asimilando esta ideología a la búsqueda de la libertad.
Quitada esta trampa dialéctica e ideológica”, el esquema del juego se puede reproducir actualmente en España donde, no comulgar con los dogmas preestablecidos te convierten en “machista”, “torturador de animales” (no existe palabra para esta perífrasis) y como sumun de todo esto: facha o fascista.
Dicho esto y volviendo al argumentario que va calando en la sociedad y que se esparce como la marabunta por los que copian y pegan eslóganes ideológicos, el descalificar como traidores y enemigos de la patria a quienes intentan huir del país supone la construcción del primer muro que acostumbran a construir aquellos que quieren impedir la huida de la gente, un muro construido a base de estigmas y falacias.
La falacia consiste en que “le debes al Estado todo lo que eres”. Nada más lejos de la realidad. El Estado está para servir al ciudadano y no al revés.
Como se decía ya en la declaración del Buen Pueblo de Virginia de 1776 “Que el gobierno es, o debe ser, instituido para el beneficio común, protección y seguridad del pueblo, nación o comunidad; de todos los varios modos y formas de gobierno ese es el mejor, porque es capaz de producir el mayor grado de felicidad y seguridad y es el que más efectivamente previene del peligro de mala administración; y que, cuando un gobierno sea hallado inadecuado o contrario a estos propósitos, una mayoría de la comunidad tiene un indudable, inalienable e irrevocable derecho a reformarlo, alterarlo o abolirlo, del modo que se juzgue más conducente para el bienestar público.” Todo esto basándose en que “todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes, y tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales, cuando entran a estado de sociedad, no pueden, por ningún pacto, privar o despojar a su posteridad; a saber, el goce de la vida y la libertad, con los medios para adquirir y poseer propiedad, y perseguir y obtener felicidad y seguridad.”
La Administración “Sirve con objetividad a los intereses generales” dice el Artículo 103 de la Constitución y el Artículo 9 “ Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social” es decir, que la Administración y los poderes públicos están para servir al ciudadano y, aunque nuestra Carta Magna es mucho más tibia declarando la sujeción del Estado al pueblo y no al revés que lo que lo hicieron en su día los rebeldes norteamericanos, no podemos dejar pasar sin contestar que no existe deuda alguna con el Estado de aquellos que se van.
Sobre este argumento, aparentemente inofensivo, subyace el mismo terror que ya se vivió en Europa durante más de la mitad del siglo XX y aún se sigue viviendo hoy en día donde los “paraísos comunistas” estaban y están, lleno de personas desesperadas por poder huir.
Se llegó a decir en cierto debate de laSexta que se debería prohibir la salida de personas de España por motivos económicos. España debería ser ese país al que todo el mundo quiere venir a vivir, invertir, ganar y gastar dinero y no importarle pagar impuestos y no ese país que persigue con envidia ponzoñosa al que más tiene por el hecho de que tiene más.
Un país en el que no hay expectativa de progreso, en el que hay techo económico, moral e ideológico, un país en el que el mejor consejo que se le puede dar a un joven es que “oposite” y no “emprende”, es un país del que huir porque está abocado al fiasco y la ruina.
El establecer ya mensajes ideológicos marcando con una estrella a quien se va del país porque en otros, el Estado, no le quita más del 60% del total de todo lo que podría ganar, es tremendamente peligroso y anuncia el terror de la catástrofe de extrema izquierda.
En la Alemania comunista llamada “democrática” en un afán por expandir la crueldad y la criminalidad también a las palabras, en un folleto de propaganda del Partido Socialista Unificado de Alemania en 1955 para ser usado por los agitadores del partido, decía los siguiente de la llamadas “fugas de la república” :
“Tanto desde un punto de vista moral como en términos de los intereses de toda la nación alemana, abandonar la RDA es un acto de retroceso político y moral y una depravación. Aquellos que permiten ser reclutados sirven objetivamente a la reacción germano-occidental y al militarismo, lo sepan o no. ¿No es despreciable cuando, debido a unas pocas ofertas de empleo atractivas o las falsas promesas acerca de un ‘futuro garantizado’, uno abandona un país en el cual la semilla para una vida nueva y más hermosa está floreciendo, y ya está mostrando los primeros frutos, por el lugar [Alemania Occidental] que favorece una nueva guerra y la destrucción? ¿No es un acto de depravación política cuando ciudadanos, ya sean gente joven, trabajadores o miembros de la intelligentsia, abandonan y traicionan lo que nuestro pueblo ha creado a través del trabajo común en nuestra república, para ofrecerse al servicio secreto estadounidense o al británico o trabajar para los dueños de fábricas germano-occidentales, Junkers o militaristas? ¿Acaso abandonar la tierra del progreso en favor del marasmo de un orden social históricamente superado, [la democracia liberal o “burguesa” capitalista], no demuestra retraso político y ceguera? Los trabajadores a través de Alemania demandarán castigo para aquellos que hoy abandonan la República Democrática Alemana, el fuerte bastión de la lucha por la paz, para servir a los enemigos mortales del pueblo alemán, los imperialistas y militaristas.”
Díganme si no se está intentando colocar la primera piedra de un muro aunque éste sea, por ahora, ideológico.
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