Vicente Cornelles. /EPDA Cambiar Castellón es un proyecto posible e ilusionante. Son muchos, muchos, los años de marginación y desprecio hacia la ciudad turquesa y naranja por parte de las franquicias de los grandes partidos políticos, pendientes siempre de las decisiones de Madrid, Valencia y Barcelona, donde está el poder de decisión para nuestra ciudad, que siempre han sido escaso. Por ello, Som Castelló recoge los afanes y esperanzas de unos ciudadanos que nunca han sido escuchados, que nunca han sido tenidos en cuenta, que nunca han podido alzar la voz frente a las columnas mármoreas del PP, PSOE y Compromís especialmente, más interesados en contentar a los alicantinos y valencianos (son más votos) que a la capital de provincia más septentrional de la Comunidad Valenciana.
El reciente anuncio de Ximo Puig, el president, de convertir a Alicante en bicapital del Antiguo Reyno es el ejemplo reciente más flagrante. Por ello, es hora de rebelarse. De expresar un descontento generalizado entre las gentes, erradicar la sensación de abandono que siente un pueblo agraviado desde tiempo inmemorial, y hacernos valer como colectividad reivindicativa, que quiere lo suyo, lo que se merece. Ese el papel de Som Castelló (Som CS). No podemos tolerar que se rían más de nosotros. Por historia, por tradición, por practicas de buen gobierno, por necesidad acuciante para no descapitalizar más a la ciudad, es prioritario devolver a Castellón, la ciudad que Azorín describió como “capital cultural de la Comunidad Valenciana” y Pío Baroja dijo de ella “un lugar de casas blancas, rodeadas de árboles y con un paseo al mar”. Som Castelló, evocando a Azorín y Baroja, plantea recuperar nuestras señas de identidad. Orgullo de ciudad.
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