Vicente Cornelles Castelló. /EPDA Con un ayuntamiento de Castellón a la deriva donde no hay gestión ni se le espera, la ciudad está sumida en el desamparo y la desafección de los vecinos. El ‘Pacte de Fadrell’ hace aguas, con un Podemos desganado (y consciente de que la revolución bolchevique no se podÃa hacer desde dentro), un CompromÃs de indiferencia, y a lo suyo de nacionalismos excluyentes (¡ay!, si levantara la cabeza el posibilista Francesc de Paula Burguera), y un PSOE diletante con alcaldesa viajera, tal vez buscando otros caminos, a la vista está la suciedad y el abandono urbano en calles y plazas.
Y, ya no me refiero al desagradable aspecto que presentaba la plaza Mayor y alrededores el lunes, tras la celebración del 50º aniversario del Bar del Mercat el pasado sábado cuando las brigadas de limpieza hicieron mutis por el foro y nadie, nadie se preocupó de que todo volviera a su estado natural, sino a la imagen que presentan muchos barrios de la ciudad, como el escondido Grupo San Juan, junto al Hospital General, y cuyas calles llenas de socavones y agujeros casi impiden el paso del vecindario.
El mantenimiento y conservación de viales es la gran asignatura pendiente de un equipo de gobierno que no solo ha demostrado falta de unidad en la acción, sino que ha exhibido a las claras sus diferencias ideológicas sin importarles para nada el bien común. Un tripartito sectario, que ha enfrentado a los castellonenses y no ha dado opciones al diálogo, consenso y entendimiento, como asà fue durante años en el espÃritu liberal que tradicionalmente ha ostentado la capital de La Plana.
Y hablando de liberalismo, entre tanto desafuero, la buena iniciativa de dedicar una calle a Piedad Ortells, que fue abogada, diputada autonómica y lÃder del desaparecido Partido Demócrata Liberal (PDL) y que se enfrentó al poder municipal cuando se reformó la plaza Huerto Sogueros y de dudoso resultado.
El ejemplo en la práctica polÃtica de esta mujer podrÃa ser un referente para el caos municipal que reina.
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