El pasado día seis tuvo lugar una imagen que debería, en parte calmar los ánimos de los ciudadanos y desde luego, calmar las ansias partidistas de afiliados de unos y otros. Después del acto institucional del día de la Constitución en el Congreso de Diputados, Zapatero, Rajoy, Trillo y Bono se tomaron unas cañas y hablaron amistosa y amigablemente en el bar del Congreso.
Que Zapatero y Rajoy no se llevaran tan mal como escenifican en el pleno del Congreso, es algo archiconocido. Nadie recordará palabras especialmente mal sonantes entre uno y otro por feo y tenso que fuera el debate. Cosa distinta era la relación de Trillo y Bono. Los dos se han dicho de todo menos bonito, sobre todo después de que Bono dijera cosas bastante mal sonantes sobre Federico Trillo sobre el tema del Yakolev. Se sabía que la relación entre ellos pasó a ser tensa y de tensa a inexistente. En cambio, una vez pasada la noche electoral, cuando el fragor de la batalla política se convierte en un relajante silencio, y tras coincidir en el hecho de que unos quieren salir y otros quieren entrar, mientras que la refrescante cerveza irriga los gaznates de estos cuatro políticos, el odio y la indiferencia se torna en cordialidad.
El traspaso de poderes se está haciendo, según dicen en una sintonía que ya hubiera gustado que hubiera existido en pleno gobierno de Zapatero. No hay fisuras y parece que tanto el presidente saliente como el entrante tienen muy claro qué han de hacer.
Justo cuando la coyuntura europea está siendo muy frágil y el peso específico que tenga España ahora va a repercutir en el que tenga en el futuro en la nueva Europa germanofrancesa, Zapatero y Rajoy se coordinan como si fueran flic-flac ¿se acuerdan de flic y flac? Eran esas manecillas de un reloj para niños cuya canción era más o menos así "yo soy flic; yo soy flac… somos dos, en un reloj…" pues aquí lo mismo, uno es Mariano y otro José Luis, y son dos en un Gobierno. Coordinándose a la perfección.
Así que, ahí están, dos personas hablando de política en torno a unas birras; faltaba alguna tapita, algún pinchito...pero bueno, relajados.
Lo que le llega a la gente es el debate mordaz, la tensión, pero en realidad, los políticos son como usted y como yo, con unas cervezas, arreglan el mundo.