Varias personas saludan a los pasajeros de un crucero en Australia. EFE/ArchivoJuan Cortell y María Albert, una pareja de Puçol (Valencia), llevaban dos meses a bordo de un gran crucero junto con otras 2.300 personas de distinta procedencia para hacer su tercera vuelta al mundo, pero a medida que el barco avanzaba por el mar, también lo hacía el coronavirus por tierra y, a esas alturas del viaje, "ya empezaba a haber muchos problemas".
Por suerte, el crucero permanecía sin infectados, pero la crisis sanitaria provocó el cierre de miles de puertos marítimos por todo el planeta y, por ello, más allá de dar por finalizado el viaje, dio comienzo una nueva aventura: la de volver a casa.
De Barcelona a Cabo Verde; de Cabo Verde a Sudamérica: Brasil, Uruguay, Argentina... Y, tras dar el salto al océano Pacífico a través del Estrecho de Magallanes, con visita a Chile incluida, llegaron hasta la remota Isla de Pascua, según ha narrado este miércoles el Ayuntamiento de Puçol.
A pesar de que Oceanía les esperaba con los brazos abiertos, este grupo de viajeros de la tercera edad continuaba su aventura, conscientes de que la situación se agravaba, y fue Nueva Guinea el primer destino que no pudieron pisar, no les dejaron si quiera entrar al puerto, por lo que tuvieron que levar anclas hasta Sídney, donde estuvieron dos días amarrados en el puerto pero sin bajar.
Así que la aventura continuó por Australia, eso sí, desde la cubierta del barco, observando toda la costa oeste del país. "Ha sido una gran aventura estar dos meses sin tocar tierra", explica Cortell, emocionado, aunque consciente de la gravedad de la situación.
Desde que la Organización Mundial de la Salud elevara el brote de coronavirus al rango de pandemia, el crucero en el que viajaban Juan y María ha ido surcando los mares en busca de puertos que pudieran acogerles, sin conseguirlo.
De hecho, han estado amarrados en diferentes costas oceánicas, asiáticas y europeas para proveerse de los bienes necesarios. "Nos quedábamos en bahías o frente a puertos y nos traían gasóleo y comida en barcazas", recuerda Cortell.
La vuelta no ha sido fácil. Cuando dejaron atrás las vistas australianas, se dirigieron a Dubai, pues la compañía les ofrecía la posibilidad de viajar gratis en avión desde allí hasta Madrid o Barcelona, "pero antes de llegar cerraron el puerto, y tuvimos que dar media vuelta", lamentan.
Y regresaron a Australia, donde cerca de 30 pasajeros bajaron en Wellington para coger un avión a Sídney, volar a Londres y, de ahí, a otros países, con la condición de que "el que se bajara ya no podía volver a subir", aseguran.
El resto de pasajeros decidieron esperar, entre los que se encuentra la pareja de Puçol, y el barco enfiló el rumbo hacia el mar Rojo, por el que pretendían llegar a Europa.
Sin embargo, hubo un incidente mientras cruzaban el canal de Suez: "Un señor sufrió un infarto grave y tenían que trasladarlo de urgencia", por lo que el barco tomó un nuevo rumbo, Israel, donde un helicóptero medicalizado se llevó al hombre y continuaron navegando hasta Marsella.
Tras una larga travesía, el 20 de abril llegaron a la ciudad francesa, donde algunos pasajeros comenzaron a pisar tierra por primera vez en dos meses, como Juan y María que, entonces, debían coger un autobús que les llevara hasta Barcelona, donde tenían el coche aparcado, esperándoles para volver a casa.
Estas Navidades, Juan y María harán 30 años viviendo en Puçol, él con 75 años y ella con 73; han visitado más de 60 países a lo largo de su vida, algunos en repetidas ocasiones, y de todas las regiones que conocen, Oceanía es una de sus favoritas.
Así, con multitud de cruceros a sus espaldas y tres vueltas al mundo, este matrimonio "trotamundos" por fin ha pisado tierra, tras dos meses atrapados en un mar que ya conocen y con una nueva aventura que contar: el volver a casa en medio del coronavirus.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia