El Palau de Monforte de València retoma la celebración de bodas civiles, con un número máximo de asistentes a la ceremonia de 10 personas. EFE Dos parejas han podido darse este viernes el sí quiero en València, una el día previsto y la otra solo nueve día después de la fecha elegida, pero con un estricto protocolo de seguridad que les ha obligado a darse su primer beso como marido y mujer a través de una mascarilla.
"No me imaginaba así el día de mi boda pero nos adaptamos a todo", ha asegurado una de las novias a los periodistas, minutos antes de entrar en los Jardines de Monforte, que ha retomado este viernes la celebración de bodas civiles, con un aforo limitado e importantes medidas de higiene y prevención.
Este viernes se han celebrado las dos primeras bodas (la de Vanesa y Eduardo y la de Silvia y Juan Luis), tras casi tres meses de la última ceremonia, celebrada el 20 de marzo, a causa de la declaración del estado de alarma derivada de la pandemia del coronavirus.
El sábado habrá otras cuatro, según ha explicado la concejala Elisa Valía, encargada de oficiar estas dos primeras ceremonias, y quien ha señalado que han sido 80 las bodas aplazadas en este espacio por la crisis del coronavirus, aunque todas ellas han sido ya reprogramadas.
Lo más "raro" ha sido el uso obligado de mascarillas y la limitación de invitados (un máximo de 10), así como la distribución de los mismos en la sala, guardando todos ellos la distancia de seguridad, y sin posibilidad de contar con fotógrafo ni con cámara dentro de la sala.
Aunque las dos parejas ya tenían planeada una ceremonia bastante íntima, Vanesa y Eduardo han decido limitarla todavía más, y no invitar a sus padres que, por edad, forman parte de los grupos de riesgo.
Es lo que más han echado de menos en la celebración, han reconocido ambos, quienes han podido mantener la fecha prevista de boda, que cerraron hace mucho tiempo, y aunque estuvieron a punto de anularla, finalmente han optado por seguir adelante.
"Llevamos once años juntos y tenemos una niña en común de 2 años y medio. No valía la pena dar un paso atrás", ha señalado Vanesa, quien ha dicho que ya tuvieron que cancelar su boda hace tiempo por motivos personales, y no querían que les volviera a pasar.
Lo que sí han aplazado o anulado ambas parejas han sido las celebraciones con el resto de la familia y con los amigos, así como el viaje de novios, que lo harán cuando puedan y cuando "el asunto del virus esté más claro".
"Lo importante es que nos casamos y estamos juntos", ha asegurado Juan Luis mientras esperaba la llegada de Silvia, que se ha mostrado "nerviosa", pero "muy contenta" de poder juntarse con la familia para celebrar este día atípico, pero no por ello menos especial y feliz.
La concejala ha asegurado que se trata de un momento "muy feliz", sobre todo para los contrayentes, pero también para la sociedad, que necesita ir volviendo poco a poco a la normalidad, y para el Ayuntamiento de València, pues es un servicio que presta "muy bonito y cercano a la gente".
Valía ha destacado las estrictas medidas de seguridad e higiene que se están aplicando, y que además de las limitaciones de aforo y las distancias de seguridad, incluyen también una limpieza exhaustiva de la sala entre boda y boda.
El Ayuntamiento de València ha recuperado este servicio con normalidad, por lo que habrá bodas todos los viernes y los sábados alternos, y en los meses de junio, julio y septiembre, se amplía también a los miércoles, algo que ya se venía haciendo debido a la demanda.
Según Valía, no ha hecho falta establecer turnos especiales pues todas las bodas aplazadas han podido ser reprogramadas entre este año y el próximo, y no hay lista de espera.
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