Bicis per a totes
Espai Solidari Parreño A las once de la mañana las calles están desiertas. Una anciana descansa “a la fresca” sentada en una silla y mirando al barranco que delimita el fin del conjunto de viviendas. Hay residuos por el suelo, quizás fruto del flujo de viento de la noche anterior.
Una persona camina por la calle Xenillet y un coche de la Policía Nacional recorre la zona. El barrio del Xenillet está en la periferia de Torrent. El núcleo poblacional queda a las afueras de la ciudad y, aunque sin muros, separado de la realidad general del pueblo.
Toni espera en la puerta de metal de una nave industrial en la misma vía, la calle Xenillet. “Bicis per a totes”, se puede leer en el portón. Lo que hay dentro: Cientos de bicicletas estacionadas, colgadas, desmontadas y un taller para repararlas. El local forma parte de la iniciativa “Bicis per a totes”, un proyecto interasociativo integrado por el colectivo Soterranya, Espai Tàndem y la asociación AMA que se dedica a rescatar bicicletas que se van a tirar, que ya no se usan, y repararlas para entregárselas a personas que la necesitan pero no pueden pagarla. “Esto lo hacemos para dar respuestas a necesidades sociales a través de la movilidad sostenible. Es totalmente voluntario”, apunta Toni, miembro del colectivo Soterranya.
Solidaridad sobre ruedas
Hasta el momento han repartido más de 500 ejemplares y la lista de espera aumenta cada día porque cada vez más gente conoce el proyecto. “Hacemos lo que podemos para cubrir las necesidades de todas las personas que lo solicitan lo más rápido posible”, dice. Aunque Toni admite que no son muchas las voluntarias y van poco a poco. “Somos unas catorce personas en el proyecto. Dedicamos mucho tiempo, nuestro tiempo libre, pero esta labor es muy agradecida”.
Según explica, el proyecto se sustenta bajo tres pilares básicos: La movilidad sostenible, la solidaridad y la concienciación. “Bicis per a totes” también da mucha importancia a la sostenibilidad del espacio en el que vivimos. Por eso, intentan no generar residuos y aprovecharlo todo. Y tanto que lo hacen. Encima de la mesa del taller hay una palancana llena hasta la mitad de agua. “Este es el agua de la lluvia que cae por las goteras, lo acumulamos aquí y la utilizamos para lavar las piezas de las bicicletas”, dice Toni. De la misma forma, cuando recogen bicicletas viejas de ecoparques, de la calle o de instituciones como la Policía Nacional que también ha cedido algún que otro ejemplar, lo hacen en transporte sostenible: En bicicleta. “Con una bicicleta y un carro enganchado llevamos las unidades al taller. Cuanto menos se contamine, mejor”, añade.
A pesar de que no parten con muchos recursos económicos, la labor solidaria la realizan exprimiendo cada céntimo. “El Ayuntamiento de Torrent nos da algo de subvención y también hemos recibido varias ayudas. El dinero se nos va, principalmente, en los accesorios que damos con la bicicleta: Timbre, candado, chaleco y luz”. Y a falta de recursos, imaginación. “¿Ves eso?”, pregunta Toni a esta periodista. “Es un proyecto para hacer una bici batidora, una forma de ahorrar energía”. La bicicleta es una llave que te abre muchas puertas, dice Toni, y en el proyecto que encabezan las tres asociaciones eso lo tienen claro. “Queremos dar respuesta a las dificultades de movilidad de una manera sostenible”.
Realidad social latente
“Bicis per a totes” tiene también una vertiente social que es imposible dejar de lado. Al comenzar la iniciativa “bicicletista”, su sede estaba emplazada en otro local que luego tuvieron que dejar.
A cambio, el Ayuntamiento de Torrent les cedió la nave del barrio del Xenillet. “Al principio nos sorprendió mucho que un espacio tan grande estuviera abandonado y sin utilizar”. Pero la zona periférica de Torrent tenía también una realidad social que desde el proyecto no podían obviar, que fue dando respuesta a sus preguntas iniciales y que significó una “oportunidad” para incorporar otra rama a la labor que hace la asociación. “Este es un barrio donde hay una realidad normalizada que no debería estarlo. Aquí vive gente con mucho potencial y futuro pero hay un gran problema de exclusión social. Este barrio es como otro mundo, aquí hay gente que no sale y muchas personas de fuera no entran”, explica Toni. Al “mudarse” al nuevo local, las personas voluntarias de “Bicis per a totes” comenzaron a ver como por las tardes, mientras estaban en el taller arreglando ejemplares, niños y niñas se acercaban a ver qué estaba pasando en aquella nave hasta entonces abandonada. “No podíamos cerrar la puerta a esa realidad y seguir a lo nuestro. Los proyectos sociales están vivos y eso lo vimos claro con la realidad que nos encontramos”.
Así surgió Espai Solidaritat Parreño, un local social para niños y niñas que da respuesta a la necesidad de actividad por las tardes, justo después de acabar la jornada escolar.Menores de todas las edades- más o menos de dos a catorce años- acuden al espacio gestionado por “Bicis per a totes” como si fuera su casa. Así lo explica Toni, “es un espacio amable, ellos lo sienten como suyo y eso es lo más importante”. Con el paso de los meses, las aulas se han ido transformando. Mapas del mundo se han instalado en las paredes y cientos de libros han encontrado hogar en las estanterías de la recién inaugurada biblioteca Armensallé. “Cuando vienen después del colegio hacemos una asamblea en círculo. Vienen de realidades familiares difíciles y este es el momento en el que pueden expresar lo que ellos quieran”, dice Toni.
Por otra parte, el Espai de Solidaritat Parreño tiene, según el miembro de Soterranya, un objetivo claro: Abrir las ventanas al mundo y abrir la mente. A través de un gran mapa, las personas voluntarias abordan las realidades en diferentes parte del mundo para enseñar a los menores que “el mundo es muy amplio. Que hay mucho por ver y mucho más allá del barrio en el que viven”.
La clave, explica Toni es que los menores han interiorizado que el espacio “es su casa, les acoje, se sienten muy agusto y les damos mucho cariño. Creo que hemos conectado muy bien con ellos y eso es primordial”.
La biblioteca Armensallé es el corazón del espacio. Sin embargo, poco a poco, los niños y niñas van haciendo cada rincón suyo a través del arte, la pintura, la cultura y los libros. De hecho, hace unas semanas, pintaron un mural inspirándose en el estilo de arte callejero del artista Okuda. “La verdad es que todos se implicaron mucho y es un gusto verles disfrutar”, dice.
Desde el espai de Solidaritat Parreño intentar fomentar los valores de convivencia a través de un ocio inclusivo.
El mes de diciembre ha sido el mes del arte. Tal como explican a este periódico Clara y Alejandro, voluntarios de la iniciativa, en el Xenillet han llevado a cabo, cada semana, diferentes actividades relacionadas con el arte. “Hicimos escultura y luego pintura. En la semana de la pintura decoramos toda una pared imitando al artista Okuda. Ha sido una experiencia muy positiva pues hasta el propio pintor nos ha mencionado en Twitter. Eso les ha hecho mucha ilusión”, cuentan. Ahora, plantean otras temáticas para los meses que vienen.
“A raíz de un comentario que hizo uno de los niños sobre las personas ciegas, creemos que sería chulo si dedicáramos un mes a la diversidad funcional”, apuntan los voluntarios.
Un día en el Espai Solidari
Es viernes a las siete de la tarde y las ventanas del Espai Solidari se ven iluminadas desde la calle del barrio del Xenillet. Dentro, niños y niñas juegan con los monitores, acaban los deberes y, alguno que otro se levanta con picardía de la silla para tocar el cajón de una de las habitaciones. Hoy es un día especial pues María, una de las monitoras- las “profes”, como les llaman los niños y niñas- cumple años.
En la biblioteca solo está Francisco, que acaba los deberes y prepara una tarjeta de felicitación para la cumpleañera. Tiene 14 años y lleva en Espai Solidari desde que empezó. Para Francisco, que es el más mayor de todos los niños y niñas que acuden por las tardes al local, la iniciativa de Bicis per a Totes es “muy buena”. “Nos tratan muy bien, viene gente diferente y aprendemos sobre cosas que antes no sabíamos”, apunta. Le encantan las bicis, por eso, se llevó una alegría cuando le dejaron entrar en el taller. “Fui el primer a quien dejaron entrar a ayudar y me lo paso genial”, apunta. Francisco cuenta que en el Espai hacen los deberes y les ayudan con las tareas del colegio. Además, dice que lo más disfruta es que “cada día hacemos juegos diferentes y nunca repetimos”.
Ahora el joven tiene en mente un proyecto que le motiva: La radio.
“Vamos a intentar hacer un programa de radio para la emisora municipal. Tengo mucha ilusión porque me gustaría hablar en la radio y porque hablaremos de bicicletas, que me gustan mucho”, explica ilusionado.
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