Manuel J. Ibáñez. FOTO EPDA Hoy, una de las
regiones españolas más progresista y avanzada, ha tomado un rumbo, que no es el
más adecuado. Existe un claro retroceso en el concepto político del Estado,
renunciando al conjunto de la unión de las dos coronas: Castilla y Aragón. Un
proceso, que ha durado siglos, en el que ambas realidades reales, han sabido
convivir, sin romper ninguna baraja, al contrario, se ha contribuido, a seguir
un camino común, marcando territorios, es cierto, pero nunca se ha roto, el
pacto tácito firmado por las dos casas reinantes en la Península Ibérica. Solo
el afán de protagonismo, el utópico estado catalán, provoca en la sociedad
catalana, división, no teniendo en cuenta el sentir del resto de los españoles.
El afán por ser un pueblo soberano diferente, provoca en determinados lideres
políticos, un retroceso en el concepto del Estado español. Solo la unión, puede
hacernos volver a creer en el proceso democrático. Pero hoy, en una jornada
histórica para España y Europa, asistimos atónitos a un resultado electoral,
difícil de encajar, ya que la autonomía, ha sufrido un revés, que nadie había
previsto.
¿Qué puede hacer
una determinada región española, si comete el atropello de romper la baraja
estatal? ¿Qué garantías tienen los ciudadanos para desarrollarse en un
determinado territorio? ¿Y los empresarios? ¿Y las multinacionales? ¿Qué pueden
hacer un porcentaje determinado de “españoles”?
Hay cosas que nunca
llegaremos a comprender. Si de verdad, tenemos esas “ansias independentistas”,
¿Por qué seguimos reclamando del Estado español subvenciones que nos auxilien a
paliar nuestra mal gestionada economía? Si uno se siente independiente, debería
procurar salir del atolladero social, político y económico, en solitario. No podemos
seguir engañando a la sociedad. Existe un doble discurso por parte de los
políticos catalanes. Yo quiero independizarme, pero los problemas económicos
que me los resuelva el Gobierno centralista de Madrid. ¡Por favor! Aclárense
las posturas. No mientan con el cuento de querer ser un “país” diferente al
resto. Sean consecuentes, y no vayan por la senda de la ruptura, cuando les
interesa políticamente, porque económicamente, son ustedes un fracaso. Y ese ha
sido el aviso que su “manipulada sociedad”, les ha lanzado.
Quizás, como
español y valenciano que soy, lo que más me duele y molesta, es que se intente
usurpar la identidad valenciana, con ese proyecto hipotético de los países
catalanes, que el “caudillo artur” ha vuelto a proclamar. ¿Pueden ustedes
dejarnos tranquilos? Los valencianos, no somos catalanes. Métanse la idea en su
abrupta y dura cabeza. No solo es que no hablamos catalán (que es un valenciano
mal hablado), es que no queremos pertenecer a un país que nos sojuzga, con una
cultura y una lengua que no es la nuestra. Los valencianos, nunca nos hemos
apropiado de nada que forme parte de sus tierras. Somos únicos, pero estamos
siempre unidos al resto de las regiones que forman parte de nuestra Piel de
Toro.
Aclaren posturas, y
por favor, no rompan la baraja, porque todos tenemos que perder y mucho. Aunque
ustedes no lo crean, su actitud independentista y soberanista, nos va a llevar
a situaciones que sucedieron muchos años atrás, y que no son buenas volverlas a
repetir. Por cierto, si seguimos por el camino de ese referéndum tan original,
¿Quién va a ser la cabeza visible del nuevo país? ¿Será coronado como Arturo I?
¿O el camino es otro, que pasa por la proclamación de la Res-Pública catalana?
En el caso monárrquico, ¿tienen preparado el falso árbol genealógico de Arturo
I? Eso a los manipuladores les encanta, porque siempre lo suyo fue fabular.
Piénsenlo, y procuren de verdad servir al pueblo, y no seguir manipulándolo, a
su capricho, porque ya somos muy mayores todos.
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