Algunos me preguntaban por qué mi sección se llama “Crónicas
desde Yermo Capital”. Algunos quizá lo sepan. Yermo Capital es, en realidad,
Washington DC tras una catástrofe nuclear. Es el paraje yermo que queda tras
una guerra nuclear donde sobreviven mutantes y seres humanos post-apocalípticos
en un juego llamado FallOut 3. Como el nombre indica, el número tres de una
saga de distintos juegos que mezclaban acción con rol. Sí. ROL.
Aún recuerdo el año en que, desde distintos medios, se centró la
atención en los juegos de rol, ese demonio de cuatro o tres cabezas, ese
endiablado juego a que, los jóvenes de entonces ( y los no tan jóvenes)
jugaban, pasando horas de tardes y noches con algo tan peligroso como unos
dados y su imaginación.
La noticia fue que unos dementes confundieron realidad con
imaginación y jugaron a matar a un pobre trabajador cuyo único delito fue estar
en el momento y lugar equivocado. Estos dementes aprovecharon que estaba en una
parada solitaria para asesinarlo .
Los juegos de rol no inducían a nada, sólo a aquellos que no mantenían
clara la frontera entre realidad y ficción. Como todo en esta vida, el abuso
genera adicción y la adicción genera problemas. En este caso, tener
imaginación, poseer un poco de ingenio incluso a personas adultas no viene
mal. El tener esa chispa de fantasía es, no solo recomendable, es saludable.
Pues bien, estos juegos de rol consistían en eso, imaginación,
fantasía y ganas de pasarlo bien barato y saludablemente. Hoy , merced a las
videoconsolas y a los videojuegos de ordenador, esa imaginación se ha
desarrollado pero solo por los creadores. Si antes se jugaba imaginándote
siendo un ladrón, mago o guerrero, ahora, simplemente lo ves. Si antes el
director de juego o “masster” tenía que inventarse una historia de aventuras y
tenía que aplicarla a los jugadores, ahora los creadores y guionistas te lo
plasman en un juego.
Y gracias a los medios informáticos, vivías unas aventuras con
una trama muy elaborada. Se recuerda juegos como el Eye of the Beholder, que no
es que tuviera una gran trama pero era lo más puntero y luego clásicos como la
saga Baldur’s Gate o la de NeverWinter Nights . Pero llegaron las
videoconsolas. No hace falta pensar, ni saber qué decir, sólo hace falta ser
rápido y apretar teclas. Fácil. No importa la trama, importa los gráficos, que
cuando más realistas y espectaculares sean, mejor. La excepción a esto lo
marcó los Final Fantasy.
Ahora nos encontramos con juegos que salen para todas las
plataformas y que están videoconsolizados con la excepción de los juegos de
rol multijugador de los que hablaré en otro artículo. Las últimas aportaciones
al mundo del videojuego de ordenador que más me han gustado han sido The
Witcher y el FallOut 3, juego que me ayudó a elegir el nombre de esta columna.
Pero, por escandalosamente adictivo que resulten estos juegos o
lo realmente bien que estén hechos, no deja de ser una experiencia de uno
frente a la máquina que te lo da todo hecho. Hasta en esto la tecnología ha
arrebatado el puesto a la imaginación y al ingenio que suponían los clásicos
juegos de fantasía que se jugaban entre amigos.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia