Ricard Camarena Es obvio que València se encuentra en una ‘liga’ diferente en muchos aspectos respecto a Madrid o Barcelona. Por ese motivo, debe de poner toda la carne en el asador en lo que en márketing se conoce como propuesta de valor. Que no es otra cosa que evidenciar ante el consumidor (turista) por qué debería elegir nuestra ciudad como destino y no otro lugar.
València no ha sido tradicionalmente un destino gastronómico, más allá de la típica y tópica paella -ay, eso nos da para otro artículo-. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, empezaron a llover estrellas Michelín sobre nuestras cabezas y el turismo gastronómico se ha ido, poco a poco, haciendo un hueco en la cuenta de resultados del balance turístico de la capital del Turia y, por qué no, en el resto de la Comunitat. No estamos hablando de esos locales cuqui, pensando en la foto de Instagram, que aparecen como setas últimamente. Si no de cocineros de prestigio mundial, preparando creaciones por las que mucha gente realiza miles de kilómetros y paga varios cientos de euros.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué están haciendo bien para conseguir atraer de esa manera a un público de un poder adquisitivo alto? Y lo que es más importante: fidelizarlo. Vamos a fijarnos en quienes comenzaron el camino (el caído en desgracia Riff de Bernd Knöller) y cómo se ha ido pivotando hasta el contexto actual. Cuando el chef alemán aterrizó en el cap i casal en 1993 el panorama era muy diferente al actual.
Ahora mismo, en 2019 nuestra ciudad alberga cinco estrellas Michelín y cuenta con más de dos decenas de restaurantes del más alto nivel gastronómico. Pero, sobre todo, son dignos de mención varios casos de ‘top of mind’. Es decir, los tres primeros cocineros que se nos vienen a la cabeza cuando hablamos de Valencia y alta cocina. ¿Cómo lo han hecho?
La estrella del marketing se la tiene que llevar Ricard Camarena. Desde sus comienzos en el bar de una piscina municipal en Barx, ha sabido construir su imagen y su carrera con paso firme. Ahora, con su segunda Estrella en la chaquetilla y tres Soles Repsol a sus espaldas, ha evidenciado su polivalencia e inteligencia creando cuatro restaurantes, dirigidos a cuatro públicos objetivos diferentes, pero todos ellos bajo una potente y trabajada marca personal. Nada fácil ser profeta en tu tierra. Acciones como recuperar para el gran público la tradicional quema de la alcachofa son un claro ejemplo de cómo se construye su marca pegada a la tierra, al producto de proximidad y a la tradición-calidad.
Quique Dacosta no le anda a la zaga. Con la reciente apertura de Llisa Negra, el chef de tres Estrellas suma también su cuarto local en València. Sin embargo, su estrategia está más ligada a la sofisticación, la innovación y la proyección de su imagen a nivel internacional.
Llamativos son los casos de Begoña Rodrigo y Manuel Alonso. Ambos han sido fieles a sus raíces. La primera abrió su primer restaurante en un barrio humilde de la ciudad y, aunque sorprendentemente no cuenta con ningún Estrella -todavía-, ha demostrado que se puede crecer sin salir de tus orígenes. Algo que también sabe lo que es Alonso desde su originario chiringuito en la playa de Daimus, ahora brilla desde su flamante restaurante de obligada pregrinación con Estrella. La rebeldía y la personalidad cincelan la marca personal de ambos chefs. Sin duda cuatro pequeños ejemplos de cómo cocinando a fuego lento una estrategia, se pueden conseguir deliciosos resultados. València, destino gastronómico.
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