El 26 de enero de 1932, la antigua URSS sumó, al menos simbólicamente y durante unas horas, una “república” más a su vasto territorio. No hablamos del Cáucaso ni de Bielorrusia, sino de un pequeño rincón de nuestra "terreta": Sollana, en la provincia de Valencia. Aquel día, un grupo de jornaleros y anarquistas asaltó el ayuntamiento, arrió la bandera tricolor de la Segunda República y alzó la bandera roja con la hoz y el martillo. La insólita "República Socialista Soviética de Sollana" nacía en medio del desconcierto y la efervescencia revolucionaria de la época.
Hubo escaramuzas, heridos y algunas detenciones, pero sobre todo quedó el eco de una anécdota surrealista. Se llegó a decir que Stalin fue informado del alzamiento por telegrama, aunque el dato carece de sustento. No existe constancia documental ni pruebas sólidas de que tal comunicación ocurriera. Aun así, el episodio refleja el clima de agitación política y sueños utópicos que recorrían España en los años previos a la Guerra Civil. Las fuentes históricas, por su parte, aseguran que no fue así.
Lo que en Sollana fue un gesto simbólico, en Valencia capital se convirtió en una operación real, sostenida y estratégica. Entre 1936 y 1938, en plena Guerra Civil, el espía soviético Alexander Orlov, alto oficial del temido NKVD, operó desde el Hotel Metropol. Allí dirigió una red de inteligencia y represión dentro del bando republicano, supervisando la persecución de trotskistas y anarquistas, pero también organizando uno de los episodios más controvertidos de la contienda: el traslado del “oro de Moscú”.
Más de 500 toneladas de oro del Banco de España —el 72% de sus reservas— fueron enviadas a la Unión Soviética a través del puerto de Cartagena, bajo coordinación directa de Orlov. Se cree que parte de la logística se diseñó desde su base en el Metropol, un edificio hoy olvidado, pero que llegó a albergar secretos de Estado, traiciones y decisiones que cambiaron el rumbo de la historia.
Dos historias distintas, una simbólica y otra real, pero ambas unidas por un mismo telón rojo que, por un tiempo, ondeó con fuerza en tierras valencianas.
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