José Girona y Javier Gómez junto a la pancarta en defensa de las playas del norte de Sagunt. EPDAJosé Girona, presidente de la Asociación de Vecinos de la Almardà, Corinto y Malvarrosa, y su compañero Javier Gómez recuerdan con nostalgia los años en que los niños construían castillos de arena junto a la orilla de las playas del norte de Sagunt. Quien se acerque allí ahora puede comprobar que los castillos están fabricados con piedras cada vez más voluminosas. “A finales del siglo pasado todavía quedaba arena”, recuerda Gómez.
Pero la costa se deteriora rápidamente. En apenas dos décadas, el paisaje ha cambiado y los vecinos de la zona temen que, si no se toman medidas urgentes, “una generación se podría quedar sin playa”.
Este problema se remonta a los tiempos en que se construyó el espigón del puerto de Borriana. Desde entonces, las playas del sur de Castellón y el norte de Valencia han visto reducida la aportación de arena y acrecentada la erosión.
Además, en el litoral de Sagunt se ha formado un foso que resulta peligroso para los bañistas, en especial para niños y personas mayores, que tienen dificultad para entrar y salir del agua.
Girona cuenta que han consultado a expertos en la materia y están convencidos de que los espigones que se pretende instalar ahora en Almenara y la Llosa empeorarían la situación en las playas de Sagunt e incluso de Canet.
“Con respecto a Costas hay que incidir en tres factores: la densidad de población, la erosión que se está produciendo y la presión política”, prosiguen. En relación al primer factor, explican que en verano los residentes en la zona se multiplican y pasan de unos 3.000 a 30.000, entre vecinos permanentes, turistas y veraneantes de segunda residencia. Se trata de una cantidad de afectados nada desdeñable.
Soluciones
Según los profesionales consultados, sobre la mesa hay diversas soluciones, entre ellas colocar unos arrecifes artificiales o trasladar arena desde Cullera, donde se hallan montañas de este sedimento. Algo que no resulta viable a largo plazo porque se debería ir renovando cada cierto tiempo.
“No nos oponemos a la actuación en Almenara y la Llosa, pero sí pedimos que se haga un proyecto conjunto y que se agilice el proceso”, matizan. “Entre que redactan un estudio para nosotros y lo ejecutan, podemos irnos a diez años. Y la fotografía que hagan ahora no tendrá nada que ver. La playa ya podría haber desaparecido”, alertan Girona y Gómez.
Por ello, opinan que la presión debe ejercerse a todos los niveles, desde el municipal al autonómico. “Nos gustaría que la Generalitat dejase de estar de perfil”, explica Gómez. Desde la asociación rechazan que esta institución se mantenga neutral bajo el pretexto de que el asunto escapa a sus competencias. Consideran que debería ser el mismo Puig quien presionara a Costas.
Sin embargo, existe otro hándicap. José Girona afirma que “el alcalde de Sagunt pidió al Ministerio una reunión pero le dijeron que, al estar el Gobierno en funciones, no podía ser”.
“La demarcación de Costas de Castellón está actuando como si no tuviera nada que ver con la de Valencia, como si fueran continentes diferentes, sin pensar en las consecuencias”, añaden. Se preguntan si podría haber algún tipo de interés desconocido que explique el hecho de que haya presupuesto y voluntad para una zona pero no para otra. “Ningún ministro ni delegado del Gobierno ha venido a nuestras playas a hacerse la foto”.
Gómez y Girona se expresan con contundencia: “No vamos a parar. Continuaremos en pie de guerra, organizando movilizaciones. Si alguna vez la playa se pierde, no será porque no hayamos intentado evitarlo”.
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