Tres
acreditados paladares vinculados a las peñas fueron los encargados de probar,
uno a uno, los morteros presentados al concurso y emitir su veredicto: Pirri (el cocinero de la agrupación), Chufo (experto culinario) y Tomás (cocinero del Bar Puzol).
Tras
disfrutar de diferentes texturas y sabores, el veredicto fue unánime: el mejor all-i-oli de la velada fue el de Vicente Bayarri, que recibió un mortero
de regalo, junto a un lote de productos con el que también se obsequió a los
seis finalistas del certamen.
“Especial mención hay que realizar a
Oliespal, la cooperativa de aceite de Altura”, señala José Reyes Gallego, organizador del concurso y de la Ruta de la
Tapa de Puçol. “Nos ha cedido el aceite y
material para los finalistas, y ha sido uno de los patrocinadores clave para
que hayamos realizado esta edición que, a buen seguro, tendrá continuidad el
año que viene”.
Lo que
tuvo continuidad en la noche del viernes 11 fue la velada gastronómica: una vez
preparado el all-i-oli era una pena
que no se utilizara, así que fue un buen condimento para la torrà de carne, longanizas, chorizos y
morcilla, un menú preparado por las
peñas para los más de 700 vecinos inscritos, que disfrutaron de la cena junto a
un paisaje inédito: donde antes estaba la factoría Cointra ahora se extiende un
solar enorme.
Para
ayudar a rebajarlo todo un poco, la Orquesta
Alabama animó la noche con temas por todos conocidos, ideales para moverse
un poco.
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