Jaime Navarro Quién lo iba a decir...que tal como iba de cutre, atropellada y caciquil, incluso violenta, la campaña electoral... terminara como digo, siendo Vinicius el qué cual macguffin genial del sublime Hitchcock, terminara echando un providencial capote al maltrecho ejército sanchista. Y en la semana decisiva. Ah, el siempre impredecible destino...
Es evidente que ni el ministro de la pestilencia, tan muñidor él de tantos desentierros, y por ende desencuentros entre españoles, ni en el más febril de sus delirios goebbelsianos, hubiera siquiera imaginado que un simple partido a cara de perro en Mestalla, sería quizás la tabla de salvación para cuando menos la última semana. De esta tan pestilente campaña electoral.
Affaire este del genial brasileño que está sirviendo para tapar las gloriosas candidaturas de los heróicos gudaris, algo dados al canibalismo, que eso sí, han jurado que lo están
dejando... así como para tapar las sucesivas y muy preocupantes agresiones físicas que sufren diferentes candidatos, en muy diversos lugares de nuestra geografía; así como Vini también es manoseado para que pase inadvertida la desvergonzada campaña de los desesperados candidatos, yonkies del poder, que se dedican a comprar el voto de los electores, con el dinero de todos, prometiendo los mayores descalabros contra el erario público. Ya bastante descalabrado. Cada día con una nueva frikada...
Por no hablar de los últimos escándalos de la compra directa del voto por correo en Melilla o en Almería. Donde ya hay más de 10 detenidos de varios partidos. Que evidencian un muy viciado sistema electoral. Lo que ya sospechábamos todos los negacionistas conspiranoícos que nos vestimos y calzamos en este país. Y que de paso sostenemos a todos estos violentos, corruptos, hipócritas, inútiles y directamente ladrones. O chorros como bien les dicen en la Argentina.
Como estará la cosa de clara, que hasta el inmaculado y providencial líder Lula, ese killer tan poco sospechoso de fraude electoral alguno, se ha sumado alborozado al aquelarre. Metiendo de paso hasta al Cristo de Corcobado. Porque hoy en día, españolitos, cualquier Mourinho nos mete el dedo en el ojo. Hasta el muñón.
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