Alumnos del XIX Curso académico 2021-2022 /EPDA Organizado por L´Escola Superior d´Estudis Valencians de la REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA, los alumnos del XIX Curso académico 2021-2022, han visitado las ciudades de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora. Un grupo de casi cincuenta alumnos desde las Torres de Serranos de Valencia emprendieron en un autobús el camino, hasta llegar a estas dos históricas ciudades.
Acompañaban a los alumnos el Vicesecretario de la R.A.C.V. Dr. José Vicente Gómez Bayarri, y los profesores Dña. Amparo Cabanes Pecourt, Carmen Torres y quien firma esta crónica, narrando brevemente el acontecer de un día repleto de cultura, geografía y armonía.
Al llegar a Rubielos de Mora, pudimos leer la historia de vida que ha latido durante muchos años con fuerza en las calles, plazas y casas que componen su casco histórico. Es un lugar que no ha pasado desapercibido y se huele a medievo ante las losas de piedra que describen la ciudad y la invaden y llenan.
Podemos remontarnos al siglo XII, al año 1194 para saber su nacimiento. A partir de ese momento, la villa ha ido evolucionando y hoy en día se pueden ver vestigios de todos los siglos y etapas. Desde la ermita de San Antonio, el grupo hizo la entrada a esta Villa, cruzando el Arco del mismo nombre, para llegar a la Casa Consistorial, declarada B.I.C, desde 1983, recorriendo el Patio Interior, ver la escultura de Pedro IV, obra del artista rubielano José Gonzalvo, subir hasta el salón de Sesiones y desde la escalera de acceso, hacer una foto institucional de los alumnos participantes.
Anduvimos por las calles de la villa, entre blasones, relojes de sol, farolas que prenden de las fachadas cada una con un remate diferente y demás elementos arquitectónicos llegando a la Ex Colegiata Santa María la Mayor, donde nos recibió D. Héctor Abel Pérez Conesa, párroco de Rubielos de Mora, Mora de Rubielos, Cabra de Mora, Alcalá de la Selva y Gúdar, que junto a Vicent López, nos abrieron las puertas de los templos de las dos villas que visitamos, pudiendo contemplar el arte que encierran las monumentales iglesias de estas ciudades.
Dando un paseo por el portal del Carmen, nos dirigimos a Mora de Rubielos, visitando la iglesia de Santa María, templo gótico del siglo XV, de grandes dimensiones y formas muy simples, se le puede considerar como una iglesia de "reconquista" no hay que perder de vista que es vecina del castillo.
Tiene una única nave de 19 metros de anchura. Este dato la convierte, junto a la Catedral de Girona, en la mayor dentro del gótico español. Su bóveda es de crucería y tiene tres ábsides pentagonales reforzados por gruesos contrafuertes. El interior es muy sobrio, característica habitual en el gótico del Levante y apenas destacan varios detalles románicos en varias capillas.
Los muros exteriores son monumentales, al igual que las escaleras de acceso y llama la atención su portada abocinada con arco apuntado y arquivoltas. Cuenta con capiteles esculpidos de muy variados temas: motivos vegetales, animales fantásticos, figuras humanas..., aunque se encuentran deteriorados por el paso de los años.
Fue una suerte poder visitar estas iglesias, y en nombre de los alumnos de la R.A.C.V. obsequiamos al Sr. Cura con una botella de vino de misa de la Cooperativa Agrícola de Casinos y el libro titulado " El Santísimo Cristo de la Paz y Casinos."
Después pudimos recorrer las calles de Mora, visitando el Calvario, las torres de vigía, las diferentes puertas, las ermitas, el puente y todo el arte que adorna estas históricas villas.
Hicimos un alto en el camino para reponer fuerzas en medio de las montañas, pues por una serpenteada carretera, llegamos a la Masía de la Torre, donde nos esperaba un suculento menú digno de los más exquisitos comensales. El lugar es impresionante por los detalles que lo componen y la riqueza paisajística del mismo. Merece la pena adentrarse por esos caminos desconocidos para encontrar un remanso de paz.
La tarde la dedicamos a visitar Rubielos de Mora, pues teníamos concertada una visita con las Madres Agustinas, las que nos enseñaron la Iglesia del Siglo XIV donde admiramos el Retablo de la Santísima Trinidad del Siglo XV y dada la amabilidad de la Madre Superiora y las Hermanas, nos encendieron las luces del templo pudiendo disfrutar de todas las capillas que la componen y los azulejos de origen valenciano, andaluz o de Talavera de la Reina.
Estas hermanas de clausura, dedican su tiempo a la elaboración de dulces, mermeladas y especialmente membrillo, que me atrevo a calificar de exquisito, sin perder de vista los bordados y trabajos artesanos en tela.
Fue una enriquecedora visita y dando un paseo por el moderno Vía Crucis, que separa el convento de la puerta del Carmen y el Museo José Gozalvo, caminando de nuevo por la villa, pudimos recrearnos entre las estrechas calles, grandes portales y balcones, viendo los Palacios de los Condes de Florida, Condes de Creixell, el Antiguo Mesón, la Calle de la Aduana, el Antiguo Asilo de ancianos, la Calle de los Canónigos y las escuelas de niños y niñas, por citar algunas paradas del itinerario, llegando al autobús para iniciar el camino de regreso.
Ese camino que tanto al ir como al volver, lo vimos pintado de verde naturaleza, con flores de colores amarillos, con altos pinos y carrascas, con frondosa vegetación fruto del agua caída durante el invierno y primavera, agua que ha pintado de verde el camino que separa dos históricas villas ancladas en la vecina sierra de Gudar, con la que es la capital de la Comunidad Valenciana. Valencia fue nuestro destino final, Valencia nos recibió en las Torres de Serranos.
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