Rafa Tomás.
Una
de las informaciones más abundantes durante estos días de campaña
electoral es el resultado de encuestas, en las que consta con toda
claridad que hay una gran cantidad de ciudadanía que afirma que no
va a ir a votar. Y esto no lo dicen solamente en España, sino que en
prácticamente todos los países de Europa se refleja ese
desencanto absoluto y esa indiferencia enorme ante las próximas
elecciones al Parlamento europeo. Eso significa que es verdad que la
ciudadanía no acaba de entender qué función tiene Europa y quiere
decir que la clase política europea no ha sabido explicar en
estos últimos años las funciones necesarias, ni ha sabido potenciar
la unidad de nuestras instituciones frente a los Estados. Y todo
esto le viene fenomenal a los poderes económicos neoliberales para
imponer sus insolidarias reglas de juego. Por lo tanto, hay que
explicarle a la ciudadanía qué reformas se proponen desde la
izquierda europea para superar la brutal política de austeridad
absurda e hipócrita, de recortes en derechos sociales, de aumento de
las
diferencias
de clases, de incapacidad de creación de un Gobierno europeo común,
con carácter federal, para vivir juntos a partir de nuestra cultura
común y plural.
Y
es evidente que ese cambio de rumbo sólo se puede expresar por parte
de toda la ciudadanía europea votando. El cabreo es inútil y es lo
que le gusta a los poderes económicos y políticos de la
derecha europea. La ciudadanía ha de comprender que el poder está
en nuestras manos, que el pueblo es el que manda y que votando
podemos elegir a quienes nos representen para ejercer nuestras
políticas más solidarias. Y que la abstención les va a dar más
campo libre a los representantes de la derecha más carca, más
homófoba, más xenófoba, más injusta, más egoísta con los
más pobres y las personas más débiles. Abstenerse es un error
gigantesco, porque las decisiones que nos perjudican no son
producto de la clase política, sino de los grupos de la
derecha. Y hemos de luchar todos y todas para conseguir más Europa y
menos nacionalismos, más políticas comunes, más luchas contra
los paraísos fiscales, más decisiones en el mundo laboral y
educativo y laboral y fiscal. Europa no puede ser sólo un espacio
del euro. Europa ha de ser un espacio común con un Gobierno de
verdad y un Parlamento que pueda legislas y controlar a un
Gobierno.
Y
para eso hay que votar. Y hay que votar a la izquierda. El socialismo
democrático ya ha demostrado que es capaz de poner en marcha
políticas de bienestar y de control razonable y solidario del
capitalismo. Y esos tiempos hemos
de recuperarlos en toda Europa. Ya sabemos lo que está haciendo la
derecha en Europa, en España, en el País Valenciano: corrupción,
recortes de derechos y servicios, machismo patológico,
hipocresía religiosa, insolidaridad con los inmigrantes,
aumento de la represión policial y esparadrapos en nuestras bocas
para que no hablemos. Por eso hay que votar a la izquierda, para que
piense en lo que tiene que hacer, recupere sus raíces, rectifique
posibles errores y metidas de pata y ponga en marcha a toda la
ciudadanía europea. Y la socialdemocracia tiene que contar con
la colaboración y el diálogo en la izquierda excomunista y con los
partidos verdes. Todos estos colectivos serán ciertamente capaces de
hacer el cambio necesario, para que Europa funciones de verdad y para
que la ciudadanía podamos participar y hacernos oír. Pero, por
supuesto, para eso hay que votar y no hay que abstenerse. Y hay que
votar a la izquierda y anular a la patética derecha. ¡Este domingo!
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