Miguel Á. Martín Si no fuera por la gravedad
del momento, lo que está pasando con el vicepresidente de la patronal CEOE y
Presidente de la patronal madrileña Arturo Fernández produciría la misma risa
casposa, que producen las películas setenteras de su tocayo cinematográfico
el también conocido como Arturo Fernández (Chatinas….). Solo alguien como él y
aquel elenco de actores de la postguerra para trasladarnos las vivencias de esa
España de color gris, como decía el poeta Ángel González, “gris como las alas
de las moscas”. Esa España de Carpantas, Urracas y las hermanas Gilda. Pues
bien esa España parece que está volviendo, y eso que el Arturo de la patronal
tiene poco que ver con el Arturo del cine, salvo el nombre, el primer
apellido, sus aires chulesco de chotis y sus simpatías hacia el PP.
El Arturo de la patronal,
lo conocimos por esas grandes declaraciones de “la fiesta ha terminado”, y que
la reforma laboral del PP “facilitará que haya cada vez menos salidas de trabajadores”;
por ser uno de esos elegidos que formaba parte del Consejo de Administración de
Bankia cobrando 154.000 euros por trece reuniones al año; por ser íntimo amigo
de Esperanza Aguirre y por haber donado en 2003 cerca de 60.000 euros a una
fundación vinculada al PP madrileño. Y curiosamente por ser su empresa la que gestiona
servicios de restauración y catering de distintas instituciones como el
Congreso de los Diputados, la Asamblea de Madrid, RTVE, el Ministerio de Economía,
el Ministerio de Industria, AENA, el Teatro Real o el Hospital Infanta Leonor,
entre otras. Vamos lo que se dice un auténtico neoliberal que ha fundado su
fortuna al cobijo de las concesiones públicas.
Pues bien, este ídolo Neocon, parece que ahora ha
decidido mostrarnos a través de otra lección práctica y magistral, cuál es su
modelo de sociedad y relaciones laborales: Pagar parte del salario de sus
trabajadores en “negro”, es decir sin ningún tipo de cotización a la Seguridad
Social y Hacienda. Imagínense por un momento cómo sería el futuro e sus
hijos/as o nietos/ as si esta gente sigue adelante, no parece que vaya a ser
diferente al de Carpanta ¿verdad?, aunque recordando al famélico personaje de
Escobar, este casi siempre terminaba la historieta con una lata de calamares.
Somos más ¿a qué esperan? Mañana quizás sea tarde.
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