Xavi Munera (detrás) con Raúl Moreno, durante el trayecto. EPDA
Pocas veces el nº 13 ha sido un
número con tan buena suerte. Xavi Munera, atleta y entrenador del Club
Tripuçol, llevaba tiempo dándole vueltas a participar en una prueba tan
exigente como el GR10-Xtrem. Este año, por fin, se decidió. Fueron 94
kilómetros llenos de anécdotas, amigos y esfuerzo. Nos cuenta su experiencia en
primera persona y aprovecha para agradecer su apoyo a todos a los que le han
echado una mano para hacer realidad un sueño.
Hacía ya unos años que me rondaba una idea por la
cabeza, correr este duro ultratrail:
este era el año. Unos días previos raros,
muchas cosas que organizar, para abordar una carrera tan larga hace falta un
apoyo muy grande… algo que he podido comprobar en
primera persona.
El viernes 8 de
enero toca la recogida de dorsales, cena, preparativos de última hora y a la
cama… aunque sea para dormir poco y mal.
El sábado empieza
muy pronto. A las 4:30 de la mañana en pie y hacia el polideportivo, donde voy
casi todos los días… aunque ir a estas horas y con esta prueba por delante es
algo raro...
Últimas
conversaciones con amigos y, casi sin casi darnos cuenta, empieza el GR10-Xtrem Valencia UT a las 6:00 de la
mañana.
Salida con un
ritmo controlado —es fácil salir muy fuerte en el primer trozo— junto a Raúl Moreno Calvo, al que todo lo que
le pueda agradecer es poco por la gran ayuda que me presta: muchas horas de
sufrimiento juntos, tirando de mí y animándome en muchos momentos.
Raúl y yo nos
convencemos de que tiene que ser así, controlando, pero en el primer paso por Segart ya llevamos ocho minutos de
adelanto sobre el horario previsto...
Nos quedamos
asombrados, pero decidimos seguir al mismo ritmo y ya veremos más adelante qué sucede.
Al paso por Serra seguimos con un poco de adelanto
sobre el horario. Llega el momento de coger los palos y afrontar lo que puede
ser el peor tramo: una larga, larga pista que decidimos hacer andando, para
guardar en esta zona uno de los primeros momentos de bajón físico y mental.
En esos momentos
estamos deseando llegar a Gátova para ver a Elisa
Andreu Ribera y Mariano
Munera.
Un inciso
obligado: el suyo, como el de muchos otros, es un trabajo impecable; llegamos a
los controles sin tener que preocuparnos por nada, sólo por correr, lo tienen
todo preparado, a ellos les debo media carrera.
Junto a Elisa y
Mariano estan Lorena
Renau, cuyas largas
conversaciones que me han sido de gran ayuda debido a su amplia experiencia, y Nacho
Henarejos Beltran. Ambos me dan los
últimos ánimos.
Al salir del
avituallamiento las fuerzas vuelven. Cogemos la pista, aún juntos Raúl y yo, y ponemos
un trote alegre y cómodo. El siguiente punto es Montmayor, donde la sorpresa es que a unos cinco kilómetros antes
de llegar... las abejas deciden participar en la carrera: me empiezan a picar
por todo el cuerpo en la cuesta más empinada de toda la carrera… como para
salir corriendo estaba la cosa. Consigo salir. Raúl me revisa y no tengo ninguna
más escondida en la ropa.
Seguimos corriendo
hasta el control y al llegar le digo que haga su marcha. Necesito un tiempo
para comer y beber tranquilo.
Salir de nuevo me cuesta. Jorge Garbi me anima como sólo
él sabe hacerlo; es uno de los tramos claves y tengo que enfrentarme a él solo.
También es el momento
para correr con la cabeza.
Varios kilómetros
en solitario con otro pequeño bajón.
Sólo pienso en
llegar a Sacanyet, donde no puedo
tener mejor recibimiento: levantar la cabeza y ver a Sergio Rada Ruiz (sólo él sabe el
trabajo que ha hecho conmigo y que es difícil de agradecer), Mario García (amigo y consejero
especial en esta carrera, a quien alguna que otra pregunta le ha tocado
responder) y José Vicente Viadel Blasco (que no sólo es socio,
sino también amigo).
Llegados al
avituallamiento de Sacanyet, decido no parar mucho porque hace mucha calor
dentro. Cargo agua, geles (gracias a Juanjo
Lopez Esteve de Like SPORT by PENYO por los consejos
con la alimentación y los ánimos en los días previos) y seguimos adelante.
Josevi se viene conmigo
y hablando vamos haciendo un gran camino. Vemos a Raúl sin zapatilla, curándose
un dedo como puede, y seguimos hacia el punto más alto de la prueba.
En ese punto, no
puedo haber un mejor recuerdo a falta de diez kilómetros: ya vemos La Pobleta. Compruebo
que llevo agua y decido no parar.
Me encuentro muy
bien. Me pongo a correr junto a Raúl. No sé si serán las ganas de llegar o que
lo veo cerca, pero puedo correr bajando y en las pequeñas subidas que nos
encontramos. Recorremos un último parcial que me deja con un muy buen sabor de
boca.
Llegamos a Andilla y decido relajarme. Ya toca
disfrutar. Llegando a La Pobleta escucho el speaker
y alguna lágrima sale. Sé que ya lo tengo.
Me espera mi primo
para entrar de la mano en meta y, cómo no, Mari
Carmen Díaz
Segundo, Carla
Munera Díaz, Pablo, Begoña Díazy Toni.
Cruzo la meta en
11h35' y el 13º de la clasificación general.
Algo impensable. Nos fundimos Raúl y yo en un abrazo increíble.
¡Hemos completado
los 94 kilómetros entre Puçol y Andilla!
Muchas gracias a
todos en general por el gran apoyo que he recibido. No quiero dejarme a nadie y
es que incluso hubo algunos que, aunque estaban corriendo, iban pensando cómo
me iba a mí.Toñi
Sanchez y Mckinley,
Boro Oron,
“gràcies per els ànims constants”.
Una crónica larga
para una carrera larga, con muchos momentos buenos, con muchos momentos malos,
pero con el objetivo conseguido:
cruzar la línea de meta.
Ya puedo pensar en
el siguiente desafío. De momento en agosto nos vamos a la OCC de Mont Blanc… pero hasta la fecha algo
habrá que hacer.
Y dejo para otra
ocasión contaros el otro recibimiento, el del día siguiente a la carrera. ¡Qué
gran familia tengo!
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