Teresa Ortiz. /EPDA La semana pasada tuvo lugar el Foro Económico Mundial -FEM-, también conocido como Foro de Davos, con el lema "Cooperación en un mundo fragmentado". Desde 1971, esta organización no gubernamental reúne en la ciudad suiza de Davos a los principales líderes políticos, empresariales y sociales del mundo. El encuentro ha vuelto a celebrarse en un mes de enero, tras tres años de influencia de la pandemia mundial de la COVID-19, que obligó a trasladar la reunión del ejercicio anterior al mes de mayo.
El lema de este año "Cooperación en un mundo fragmentado", describe claramente la situación económica y social en la que nos encontramos. La crisis provocada por el aumento de precios de las materias primas, el coste de la energía y la guerra en Ucrania, en un contexto económico todavía debilitado por la pandemia, sugiere un actual escenario económico mundial muy inestable y muy heterogéneo en función de la fortaleza económica estructural de los países que sufren estos efectos. Frente a este diagnóstico, la cumbre de Davos se ha centrado en reafirmar la cooperación público-privada en un intento de encontrar una estabilidad a largo plazo e impulsar mejoras a futuro.
Aunque el escenario actual no ha empeorado en las dimensiones que parecían ser vaticinadas hace algunos meses, es difícil presagiar visos de una recuperación a corto plazo. Los diálogos para alinear puntos de vista y soluciones comunes afrontando los retos actuales han sido la base del foro. Se ha debatido sobre la crisis energética y alimentaria, la inflación, el aprovechamiento de la tecnología en la industria, el nuevo sistema de trabajo y los riesgos geopolíticos actuales. También se ha debatido acerca de que hay que primar por un nuevo sistema cooperativo y no tan competitivo de la sociedad. Con esta forma de actuar pueden combatirse las asimetrías que asolan los mercados y potenciar las fortalezas de cada país dentro de cada bloque económico.
En el turno de opinión de España, quiero reseñar la intervención del presidente del país, Pedro Sánchez, que ha pedido cooperación para lograr el bienestar de la gente con estas palabras: "Sabéis que el sistema no es justo, que está lleno de injusticia y desigualdad y que es el momento de arreglarlo. Hay que priorizar el bienestar de la gente. Mi Gobierno está comprometido con este objetivo".
Igualmente, Pedro Sánchez ha remarcado que "La desigualdad aumenta. La movilidad social se ha estancado. Los ciudadanos pierden poder adquisitivo, están luchando por conseguir un trabajo decente, por comprar una casa y por proporcionar una buena educación a sus hijos. Y mientras tanto, el número de multimillonarios sigue creciendo y las grandes multinacionales multiplican sus beneficios a espaldas de los demás. ¿Cómo podemos pedir a los ciudadanos que aguanten un poco más la inflación cuando algunas multinacionales no pagan impuestos gracias a los paraísos fiscales y a los agujeros legales que nosotros permitimos?".
No siendo quien les escribe forofa de las multinacionales, en relación con el mejor papel que hace la empresa tradicional y el negocio familiar en la sociedad, pero siendo consciente de la obligatoriedad actual de su existencia, lo primero que subyace del discurso del Señor Sánchez, es que sigue la estela de la doctrina histórica social-comunista, que busca metaforizar en uno o varios enemigos la culpabilidad de los problemas que asolan a los ciudadanos. Sin embargo, lo único que tenemos la clase media española en el horizonte es una subida fiscal gestionada por su gobierno Frankenstein y filoetarra, que afecta a nuestro bienestar económico y social.
Ante lo dicho, me pregunto si realmente el Señor Sánchez es conocedor de la situación actual del país que gobierna, si considera que el gobierno está mejorando la situación de España o si vive tan ensimismado en su propia burbuja que no es consciente de los problemas reales de los españoles. Todas las mañanas cuando voy a trabajar me encuentro gente durmiendo en la calle con mantas en pleno centro de València. Esta imagen se está dando de forma muy incremental en los últimos años y ya parecemos acostumbrarnos a una situación que no existía hace apenas una década y media. Esa es la realidad de la calle, esa es la realidad en mi ciudad, extrapolable a otros cientos de ciudades del país, que el señor Sánchez no quiere ver. La pobreza se combate con medidas económicas efectivas y socialmente igualitarias y no con populismo barato.
Ante lo expuesto, me preocupa muchísimo que la situación en España esté internacionalmente distorsionada por un discurso populista y poco realista de un presidente, que lejos de mejorar la vida de los españoles, ha conseguido que la sociedad se encuentre polarizada y crispada, tanto económicamente, como socialmente.
Ante esto, mi partido, Ciudadanos seguirá trabajando ejemplarmente para realizar propuestas realistas que ayuden a encarrilar la situación económica actual. A nosotros nunca nos escucharán discursos como el de Sánchez ni tampoco nos escucharán discursos como el del señor Feijóo, que lejos de preocuparse de los problemas de los españoles, se preocupa solo de hacer preponderar la lista más votada en las elecciones.
Ambos líderes de PSOE y PP coinciden en que sólo piensan en extender los tentáculos de su marca y perpetuarse en las instituciones, sin un plan y sin una hoja de ruta adecuada para garantizar la prosperidad de los ciudadanos de su país, pues sólo piensan en su propia prosperidad personal. Si a Davos anualmente acuden representantes así, no me extraña que la imagen internacional de España quede cada vez más deteriorada.
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