VICENT BENAVENT. /EPDA Imagino que el título que encabeza este escrito deja bien claro de quién quiero hablar, pero para que no quede ningún género de dudas, lo volveré a repetir. Voy a dedicar unas letras en defensa de mi amiga Mónica Oltra. Sí, la misma que para muchísima gente es la Vicepresidenta del Consell y la Consellera de Benestar Social i Polítiques Inclusives. La misma persona que forma parte de mi vida desde hace más de veinticinco años y que en estos momentos está siendo víctima de una persecución sin precedentes donde se intenta imputarla por unos hechos cometidos por quién fue su marido, L. R. cuyo caso está siendo visto como corresponde en un Estado de Derecho, por vía judicial.
Voy a empezar a decir que mi amiga Mónica siempre ha sido y es una mujer honrada, trabajadora, sencilla, luchadora infatigable por defender los derechos de las personas más vulnerables, en su vida de acción política, como lo fue antes de tener cargos en el Govern Valencià, desde su despacho de abogada. Negar que, como cualquier persona, tiene luces y sombras sería faltar a la verdad, pero quedarse con todas las mentiras, todas las acusaciones sin fundamento, todo el odio vertido contra ella para destrozarle la vida es una vergüenza y las organizaciones políticas que intentan hacerle daño solo se merecen el desprecio.
Yo conocí a Mónica cuando aún éramos jóvenes y militábamos en la misma Organización Política, donde desde muy pronto, empezó a tener cargos en la dirección y aunque es cierto que no siempre estuvimos de acuerdo en algunas cosas, no es menos cierto que su labor siempre fue ejemplar, coherente con aquello que pensaba y nunca fue una “veleta” conducida por nadie ni por ningún pensamiento con cualquier finalidad que no fuera su visión y su compromiso con la justicia social, la solidaridad entre la gente o la lucha por aquello que creyó lo mejor incluso me atrevo a afirmar sin ningún temor, que aquellos principios primeros siguen siendo los mismos, quizás con matices, que los que hoy tiene.
Mónica siempre fue, es, una mujer con las manos muy limpias y con una conciencia igual de limpia y eso, desde sectores muy concretos, no lo pueden aceptar por eso utilizan un juego más que sucio para hacer el máximo daño posible, sin tener en cuenta absolutamente nada, ni siquiera su vida familiar, privada, de mujer y madre. Por poco que se intente ser medianamente objetivo en este tema se podrá entender la magnitud del peso que debe llevar encima, de manera indigna, injusta y políticamente falaz en todos los aspectos, en toda las facetas, a todos los niveles. Esto no se puede consentir y es por eso que quiero levantar mi voz en un pequeño gesto de apoyo incondicional a una de las políticas que con más amor ejerce su trabajo como lo hace ella. Y esta afirmación la hago desde el conocimiento de su labor infatigable. No es de extrañar pues, que aquellas y aquellos que solo buscan un “sillón” abran la boca para proferir infamias. Desde la más absoluta serenidad solo me viene a la mente aquél grito, también de una mujer comprometida en la construcción de una sociedad mejor: “¡No Pasarán!”
La derecha más radical siempre ha intentado destrozar el trabajo bien hecho, el mismo que jamás han llevado a la práctica y solo hay que fijarse en hechos probados. Un ejemplo fue cuando el Grupo Parlamentario del PP tenía más imputados e imputadas que escaños. Gente en la cárcel, gente que aún está por pasar por Sede Judicial. Quizás eso no gusta, pero es así. Y de la extrema derecha no voy a usar ni un segundo en comentar nada. O sí, porque sabiendo que detrás de todo el daño a Mónica está un abogado, muy conocido en todos los círculos fascistas, ya es motivo de pasar de largo pero antes advirtiendo que, conociendo su trayectoria, se entiende el dolor que intenta ocasionar. Tampoco va a conseguir lo que pretende.
No voy a alargarme más en palabras porque Mónica, con su trabajo diario, demuestra quién es, cómo es y qué pretende y no es precisamente un escaño más. Como diría de nuevo, recordando a otra gran mujer: “Mónica Oltra, en el Parlamento y en la calle, diputada”. O al revés.
Soy consciente de que van a seguir acosándola, acusándola, pero no está sola, porque todas, todos aquellos que la conocemos y le profesamos un gran afecto y admiración, jamás la dejaremos “a los pies de los caballos”, como se suele decir en mi pueblo. Ya con todos los años de trabajo ha escrito con letras de oro una Página Gloriosa de la Historia de este País Valencià al que tanto ama en su gente. Mónica es y será una gran mujer, una grandísima amiga y como he empezado y por si alguien me pregunta: ¿¿YO?? ¡¡CON MÓNICA OLTRA!! Porque no podría ser de otra manera.
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