Laura Chulià. EPDA “Indignación en vena...” así comenzaba nuestra portavoz de Educación en Les Corts el pasado mes de febrero al explicarnos cómo el Consell del Botànic venía a rescatar personas pero luego se han olvidado de ellas. Yo lo llamaría FIASCO (desengaño en una cosa que se esperaba sucediese bien). Como política creo que todas las personas que nos implicamos en la gestión pública lo hacemos con la mejor de las intenciones. Lamentablemente ya está demostrado que hay veces que las ideas planteadas se vislumbran a todas luces malas per se y aún así se llevan adelante.
Esto es, sin duda, lo que ha sucedido con el llamado Plan EDIFICANT, que podría perfectamente denominarse “lo que mal empieza, mal acaba”. Ya dijimos desde un principio que este plan era toda una provocación y que se basaba en el conocido yo invito y tú pagas, que ya te lo daré. En Benetússer llevamos desde enero del año 2018 escuchando afirmaciones como que “Benetússer adecuará sus colegios con la adhesión al plan Edificant”. Pues bien, casi dos años después, lo único que parece ver la luz es el cambio de luminarias del IES María Carbonell, un contrato que pese a ser importante para mejorar la calidad del servicio no es la obra de mayor necesidad que tienen los centros escolares de nuestro municipio. Por supuesto, no es ni de lejos la obra que más demandan los verdaderos interesados y afectados; las niñas y niños de Benetússer.
Y es que, los que prometieron en pasadas campañas que venían a dignificar las aulas valencianas, que venían a reconstruir los centros educativos para acabar con los pabellones, se encuentran hoy en la difícil tesitura de explicar el porqué seguimos con casi un centenar de obras sin acabar. Deben explicar el motivo por el cual sacan una línea de subvenciones y terminan cediendo prácticamente todo el peso de la gestión a los ayuntamientos. O lo que es lo mismo, desde la Generalitat os daremos el dinero pero de momento ir adelantándolo desde los ayuntamientos con los impuestos de las vecinas y vecinos.
Es evidente que se les atraganta explicar el porqué de las más de 40 sentencias en contra que ha generado el Sr. Marzà, entre otras cosas, por medidas encaminadas a coartar la libertad de elección educativa de las familias. Y es que el señor Marzà, junto con el Sr. Puig, parecen resistirse cuales juncos azotados por el viento, a la idea de que en Valencia no queremos que adoctrinen a nuestras hijas y nuestros hijos. Las madres y los padres estamos hartos de que indaguen sobre el uso que le damos a nuestra lengua, en qué porcentaje se habla valenciano en las aulas, en el patio, en las extraescolares…
Y se les atraganta todavía más escuchar que en época de gobiernos del PP se construyeron más de 600 centros educativos, en los cuales se invirtieron más de 2.000 millones de euros, pese a que ellos solo saben hablar de barracones; barracones que iban a hacer desaparecer y que continúan en los centros escolares aguardando unas inversiones que no llegan.
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