María José Antonino, psicóloga. Se practica desde tiempos remotos, en templos lugares de saber pero si aprendemos a conectar con nosotros mismos y a encontrar nuestro silencio interior podemos beneficiarnos de él en nuestra vida cotidiana.
El silencio es curativo, desestresante y nuestra verdadera fuente de creatividad. En nuestro silencio interior están las respuestas a todas nuestras preguntas y dudas sobre las cuestiones más transcendentales de nuestra vida hasta las más insignificantes. Vivimos en constante exposición de sonidos, desde la alarma del despertador hasta el sonido del tráfico en la calle, hasta el griterío de los niños jugando en el parque, o el sonido ambiente de un bar durante el partido de tu equipo de fútbol. Los humanos hemos condicionado los sonidos fuertes con algún tipo de señal de peligro y ante esto desarrollamos una respuesta rápida de estrés auditivo; nuestro cerebro libera cortisol hormona relacionada con la depresión, el corazón se acelera y tenemos la sensación de que se para el tiempo.
Por suerte, la práctica del silencio tiene un importante valor terapéutico, desde ahí podemos ver, que el silencio es reparador cuando está acompañado por la paz y la aceptación, cuando en ese estado de quietud consigo nutrirme. La práctica del silencio en contraposición de una vida agitada y estresada nos reporta además de sosiego, ahorro de energía la cual perdemos en ese empeño humano de estar siempre en la acción y siempre ocupados.
Cuando lo buscamos de forma intencionada le damos a nuestra mente un respiro, y le permitimos ver con claridad y realizar cambios significativos en nuestra vida, utilizando dos herramientas con las que contamos pero no siempre atendemos, la intuición y la creatividad.
La práctica del silencio es uno de los objetivos en los procesos de crisis, el recogimiento, la meditación son actitudes saludables para volver a recuperar energía y establecer de nuevo el equilibrio necesario para nuestro intenso día a día.
Teléfono: 677 695 258
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