En
los países democráticos cuando una ley se conculca se condena al
sujeto que la incumple. Y si un pedazo de España exalta sólo su
bandera, su lengua, su tierra, en otras palabras, si se echa al monte
de la independencia, habrá que advertirles que están equivocados.
Hemos avistado tantas marrullerías políticas en esta tierra
catalana que andamos hartos de sus trapacerías. Se han tirado la
manta al cuello y han fracturado Cataluña de arriba abajo por un
proyecto independentista. Así como suena. Es la cuarta vez que
meten la pata. Era de esperar que el Estado usara todos los medios
legales a su alcance para imponer la ley que ellos mismos juraron o
prometieron al ocupar sus cargos políticos. Hemos contemplado con
estupor su enfrentamiento al Estado y su agresividad enfermiza
contra todo lo español. Les han vitoreado centenares de alcaldes,
políticos de extrema izquierda y cierta prensa. Nos hemos enterado
que el Presidente Puigdemont y varios de sus ministros han huido
a Flandes, mientras otros han pisado los juzgados y han sido
encarcelados. Toda una bufonada política, un engaño costosísimo y
un final ridículo y de opereta. Espero que hayan aprendido que el
populismo, como estrategia política, no es aconsejable.
Es
laudable querer a tu tierra, a tu lengua, a tus tradiciones, a tu
bandera…pero todo ello no debe implicar jamás sentirse extraños
y alejados de España. Esta aventura ha sido alimentada por un grupo
de iluminados protegidos por TV3., herramienta de propaganda y
subversión ideológica del separatismo catalán. Les han ofrecido
una Cataluña ajena a España, les han espoleado los sentimientos y
han convertido la política en un juego de máscaras. Les han dicho a
los catalanes que de nada les sirve tener razón, si no tienen el
poder. Han convertido las calles en pequeños polvorines y clamores
contra el Estado.
No
se puede ahogar la verdad con el silencio, ni poner la luz bajo el
celemín, como han hecho la mayoría de maestros y profesores en las
escuelas y liceos de Cataluña. Son ellos los que han envenenado la
mente de sus alumnos. En vez de enseñarles a pensar, les han
enseñado lo que, según ellos, deben pensar. Han sembrado falsedades
y mentiras en sus mentes, convirtiéndose en traidores y cobardes,
abusando de su autoridad y prestigio. .
Se
ha roto la paz, la economía y desestabilizado a Cataluña. Los
jueces, no el Estado, dictarán sus sentencias. Ahora llega el
momento de las reacciones, de los embustes, acusaciones y amenazas.
Todo vale con tal de justificarse de la deriva que han llevado a
Cataluña. Que Dios nos coja confesados ante las próximas
elecciones.
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