Lo dicho. La Operación Taula, valencianizada hasta en la nomenclatura, bajó ayer el telón de su primer acto. Parece que es larga la lista de posibles investigados, todos ellos políticos y empresarios de los entornos de Alfonso Rus y Rita Barberá. Estamos bajo la lupa de la gestión en la Diputación y Ayuntamiento de Valencia de los años 2005 y 2006. Y caída toda la cúpula del rusismo en la provincia, se deja entrever que se apunta más alto, a los aforados Gerardo Camps (conseller en esa época, ahora diputado nacional) y a la propia exalcaldesa Barberá, vigente senadora. Por su aforamiento y jurisdicción al Tribunal Supremo, no han participado de este primer acto. Pero todo indica que serán los protagonistas máximos de la segunda entrega.
A arremangarse toca. Ayer Eva Ortiz, coordinadora general del PPCV, se empleó a fondo para condenar lo sucedido, denunciar a los malhechores y anunciar la expulsión del partido de todos los implicados. Como la trinidad, se multiplicó en las televisiones nacionales, autonómicas y locales. Y contestó las andanadas, provenientes del tripartito gobernante en labores de oposición a la oposición, acusatorias de partido podrido, mafioso y corrupto. Tuvo faena la oriolana, y más que tendrá. Ella representa a los populares valencianos renovados que se ven lastrados por la herencia recibida. Y lo que te rondaré morena.
Les espera una travesía incómoda infectada de minas. Los procesos judiciales pendientes estallarán uno tras otro en las manos de la nueva dirección popular comandada por Isabel Bonig. Y será difícil y duro navegar con ello. Cada vez se volverá a poner en solfa el nuevo proyecto del PPCV, el cual ya había recuperado casi doscientos mil votos el 20D desde las pasadas elecciones autonómicas de mayo. Al expresidente Fabra se le ha de reconocer que limpió las listas y las estructuras de su partido de imputación alguna. Puso las bases del nuevo PP guiado por válidos referentes sin pasado ni corruptelas. Pero debían ser conscientes que les tocaría bailar con la más fea durante una temporada, ya que sufrirían los daños colaterales de cada caso, de cada procedimiento, de cada imputado de la etapa anterior. Una herencia envenenada, vaya.
Y me mantengo en lo ayer escrito. De cada crisis nace una oportunidad. Intentando sacar lo positivo de la macabra situación en que se encuentra el Partido Popular valenciano. Es la momento de Vicente Betoret, actual presidente provincial, de consolidar su liderazgo, reforzar su proyecto y limpiar de una vez por todas el partido en Valencia. Ya no se pueden pagar deudas antiguas. Todo aquel relacionado con la negra etapa anterior ha de ser desplazado. Por la dignidad y la credibilidad del partido en una provincia que fue la más castigada en las anteriores elecciones autonómicas y locales, perdiendo de un plumazo todo el poder institucional. Es el momento de los valientes si se quiere ganar el futuro.
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