Queridos vecinos y vecinas:
Desde El Periódico de Aquí quiero dirigirme a todos los afectados por la devastadora DANA que el pasado 29 de octubre de 2024 golpeó nuestras comarcas de la provincia de València (l'Horta Sud, la Ribera, la Hoya de Buñol-Chiva, Utiel-Requena, Camp de Túria, La Serranía y tres pedanías de la capital). Quiero hacerlo con palabras sinceras de apoyo, de acompañamiento y de compromiso. Sabemos del dolor que arrastráis desde entonces: las casas anegadas, los comercios destruidos, los campos arrasados, los vehículos perdidos, las calles convertidas en ríos y la angustia del recuerdo, de la lentitud de la reconstrucción y del temor al otoño y la época de lluvias. Esta carta es un abrazo colectivo y la confirmación de que no estáis solos.
Pero también debe ser un aldabonazo. Porque lo sucedido no puede justificarse solo en la fuerza de la naturaleza. La lluvia fue torrencial, sí, pero la magnitud del desastre responde a otra realidad: la dejadez de las administraciones públicas, de todas, sin excepción, pero especialmente del Gobierno de España, que no acometió las obras previstas en varios enclaves como el barranco del Poyo, Chiva o la Saleta, o la limpieza de sus cauces, responsabilidad de la Confederación Hidrográfica del Júcar.
Llevamos décadas sabiendo que existen zonas con un riesgo altísimo de inundación. Barrancos como el del Poyo, Chiva o la Saleta arrastran proyectos de encauzamiento, canalización o mejora que se anunciaron a bombo y platillo, pero que quedaron en un cajón, olvidados por la burocracia, la falta de presupuesto o la lucha partidista. Obras que podrían haber mitigado gran parte de los daños de esta última DANA y que hoy siguen pendientes mientras los damnificados se preguntan: ¿cuánto más tenemos que esperar?
Es inconcebible que en pleno 2025 sigamos improvisando ante emergencias que se repiten casi cada otoño. El cambio climático no es una excusa, es una certeza que debería impulsar a actuar con mayor rapidez y determinación. Más lluvias torrenciales, más avenidas de agua, más fenómenos extremos… y aquí seguimos sin planes integrales ni obras preventivas que garanticen la seguridad de la ciudadanía.
El contraste con otros países resulta sonrojante. En Estados Unidos, donde los tornados o los huracanes forman parte de la vida cotidiana en algunos estados, existen sistemas de alerta temprana, planes de evacuación ensayados y construcciones adaptadas para resistir los embates del viento y del agua. En Japón, un país azotado con frecuencia por terremotos, la sociedad está preparada desde la escuela: protocolos claros, simulacros regulares, tecnología antisísmica en los edificios y una cultura de prevención que salva miles de vidas cada año.
Y entonces cabe preguntarse: ¿por qué aquí, en la provincia de Valencia y en la Comunitat Valenciana, seguimos sin un plan serio y global contra las inundaciones, cuando la historia nos abofetea en la cara que somos un territorio vulnerable? La riada de Valencia de 1957 devastó la ciudad, se llevó vidas y obligó a desviar el cauce del Turia. La pantanada de Tous en 1982 dejó un reguero de destrucción imborrable. Y, pese a ello, cada otoño nos sorprende una gota fría que vuelve a recordarnos lo frágiles que somos. ¿Qué más necesitamos para actuar?
No basta con visitas institucionales a pie de barro ni con discursos de "vamos a estar con los afectados". Los damnificados no necesitan promesas, necesitan soluciones reales. Y esas soluciones pasan por reactivar de inmediato los proyectos olvidados en el Poyo, Chiva y la Saleta, por planificar inversiones que no dependan de vaivenes electorales, por coordinar a Generalitat, Diputaciones, Confederación Hidrográfica y Ayuntamientos sin excusas ni retrasos. Un Gobierno que lo sea de toda España y no olvide de nuevo a los valencianos.
Mientras tanto, la ciudadanía demuestra una vez más que es mejor que sus representantes. Vecinos ayudando a vecinos, voluntarios volcados en las tareas de limpieza, agricultores compartiendo maquinaria, colectivos organizando recogidas de ropa y alimentos. Frente a la parálisis política, la sociedad civil respondió con solidaridad ejemplar.
Queridos damnificados: vuestro dolor es nuestro dolor. Sabemos que habéis perdido mucho más que bienes materiales: habéis perdido seguridad, tranquilidad, recuerdos que no volverán. Y cómo olvidar a las 229 personas que perdieron su vida. Una tragedia insoportable. Desde este periódico os aseguramos que no dejaremos que el 29 de octubre de 2024 se convierta en un episodio más para el archivo. Vamos a seguir denunciando cada incumplimiento, cada promesa incumplida, cada proyecto bloqueado.
La DANA del 29 de octubre debe ser el punto de inflexión. Ojalá nuestros responsables públicos entiendan que la prevención no es un gasto, es una inversión en vidas humanas. Ojalá la justicia amplíe el olvido del Estado en su obligación por impulsar obras reclamadas hace años y décadas y no se centre exclusivamente en el envío de una alerta a la población.
Si no lo comprenden, nos tendrán enfrente: a los ciudadanos, a las asociaciones vecinales, a las entidades locales y también a medios como este, que no callarán.
Casi un año después, quedan tantas cosas pendientes… Hogares e infraestructuras por reconstruir, fincas inaccesibles por decenas de ascensores por reparar, ayudas económicas por entregar… y el impacto psicológico que parece invisible y ha dañado a miles de personas. Qué tristeza e impotencia.
Con todo nuestro apoyo, cercanía y compromiso,
Pere Valenciano
Fundador y Director de El Periódico de Aquí