Las enfermedades mentales son una realidad palpable y silenciosa que
viviencian muchas personas que nos rodean en el día a día. Más allá de los
familiares de estas personas -como tú y como yo-, con estas condiciones que les
condicionan a llevar una vida funcional está el resto de la sociedad. El
vecino, los profesores de la escuela, profesores universitarios, los amigos,
las parejas, las madres y padres de personas que sufren mentalmente, emocionalmente,
psicológicamente.
Y no me refiero únicamente a patologías graves sino también a
otras que no por ser menos graves son menos importantes. Una pérdida, del tipo
que sea, puede provocar una depresión, un querer aislarse del mundo como si el
resto del mundo pudiera dejar de existir. Y mientras, la vida pasa. Consumiendo
a esa persona en su dolor y su pena tras la pérdida. Un fallecimiento, un
abandono, una ruptura, la propia soledad que muchos no soportan.
La depresión está dando zancadas de galgo en una sociedad que tiene de
todo para muchos. Y ahí está acechando o carcomiendo silenciosamente. Muchos
niños y jóvenes se sienten abandonados por sus padres que les ceden una de las
tabletas del momento para mantenerlos entretenidos (en el caso de los más
pequeños).
Los jóvenes se sumergen en las redes sociales mediante aplicaciones
en el móvil o en los ordenadores y crean una vida paralela que finalmente da la
vuelta a la tortilla y aún les aísla más. La adolescencia no es fácil. Tal vez
nunca lo fue. Pero cuando miro a la juventud de hoy enfrascados en sus
pantallas con sus cascos y sin interacción con sus compañeros me asusto.
Esta
"realidad virtual" que a todas luces nos "han vendido" que te conecta con el
resto del mundo, con amigos y amigos virtuales, es una gran falacia, desde mi
punto de vista. No conecta. A veces hasta desconecta y de ahí la soledad y de
ahí la raíz de algunas enfermedades mentales.
Hay varios tipos de depresión, pero hablaré de la endógena y la exógena.
Una viene "de fábrica". Ciertas conexiones neurológicas no responden, no se
segregan ciertas sustancias y por ello el recurso farmacológico es básico e
importante, así como una terapia para poder lidiar con ello.
La exógena es la
provocada por eventos negativos que nos suceden pero el resultado es el mismo.
Nos deprimimos y los especialistas recomiendan medicación para poder superar el
bache emocional. Unos de los pacientes de sendas depresiones tienen más suerte
que otros o más bien, los medicamentos les ayudan más y mejor a reforzar la
energía perdida para seguir adelante. Eso ya es terreno farmacológico en el que
no voy a entrar.
Pero hay más enfermedades o condiciones mentales que son un auténtico
tabú. La depresión aparece simplemente -hoy por hoy-, como algo normal, pero, ¿la
esquizofrenia?, ¿el trastorno límite de personalidad?, ¿el trastorno bipolar?
(por poner algunos ejemplos). ¿Quién habla e ellos más allá de los médicos
especializados y sus pacientes en sus consultas públicas y privadas?
Las
personas que padecen estas condiciones son "etiquetadas" -y lamento decirlo
así-, ya no sólo por los facultativos, que tiene la misión de detectar qué le
está ocurriendo al paciente y que tienen licencia para ello para poder
ayudarles. Sino también por la sociedad y me refiero, como al principio, a
personas concretas: amigos, vecinos, trabajadores, los propios familiares. Una
lista sin fin.
Hace un par de semanas estaba en una librería de Valencia. Mientras
esperaba encontrar un libro que andaba buscando no pude evitar escuchar una
breve conversación. Los periodistas somos curiosos por naturaleza como el resto
de la humanidad. Me llamo la atención que la chica que hablaba con la
dependienta de la tienda de libros hablara con un tono de voz tan bajo; casi
como susurrando. Pedía un libro de divulgación sobre la esquizofrenia.
La
dependienta le comentó que era una temática especializada y que no tenían nada.
A la chica se le ensombreció la cara. "Es que tengo un amigo que padece esa
enfermedad y quiere conocerla más en profundidad y los libros médicos son muy
complejos para una persona de la calle como él, una persona común".
La
dependienta con una sonrisa amable le dijo que lo sentía pero que no tenían
nada sobre esa temática. Me pregunté porqué no había nada en esa librería
libros como el que la joven buscaba. Seguro que no era la primera tienda de
libros a la que acudía la desconocida mujer.
Hay muchos tipos de libros de auto-ayuda o tomar conciencia de uno mismo,
ser mejor en esto o en aquello, pero pocos, parece ser, abordan temáticas
digamos "complicadas" como las enfermedades mentales para la comprensión de
quién las padece o los familiares de estas personas como tú y como yo. Qué
duro. A raíz de esta casualidad empecé a buscar en algunas librerías este tipo
de libros para cerciorarme de la realidad. Y efectivamente, poco hay.
Internet es, en mi opinión y cercado a este tema, una jaula de grillos.
Información, información, información. ¿Pero cómo cribar para acertar con una
lectura que le enseñe al paciente a convivir con su condición mental del tipo
que sea?. Títulos como "Sé feliz", "Pierde tus miedos", "Sé la persona que
quieres ser", "Descubre tu pasión".
Son títulos que me acabo de sacar de la
chistera pero que se asemejan a muchos que ya están editados y publicados. Es
curioso que no encuentre nada como podría titular: "Descubre como convivir con
tal o cual enfermedad mental". No desde el punto de vista médico sino
divulgativo. Para que todos lo podamos entender, comprender, apreciar y
respetar.
Me hubiera gustado encontrar el libro que la chica desconocida estaba
buscando, pero no lo encontré tampoco.
Con este
breve artículo me gustaría, ya no como periodista sino como ciudadana, que los
facultativos, las personas que padecen condiciones mentales o los familiares
que conviven con ellos escribieran libros de esta tipología desde la
experiencia, desde las emociones, desde el amor por querer ayudar a otros.
Nadie mejor que los facultativos médicos para poder explicar con palabras
llanas qué es tal o cual condición mental. Ellos son los expertos, obviamente.
Pero igualmente válido es que una persona con cualquiera de estas condiciones
mentales se anime a escribir sus experiencias para poder ayudar a otros que
conviven también de la misma forma diariamente.
Es una idea, una sugerencia. Y,
vamos un paso más allá: si alguien que lea este artículo y desee ayudar a otras
personas que padecen su condición, dejo mi email para quien quiera contarme su
historia y tratar de publicarla. Emai: paulaoliviagarcia@gmail.com