Vicente Cornelles. -EPDA Eso es lo mismo que ha pasado con las recientes lluvias. La ciudad de Castellón, colapsada. Bien es cierto que hay situaciones lÃmites inabarcables, pero también lo es el hecho de que el equipo de gobierno municipal, como todos los años, presenta a bombo y platillo su plan antiinundaciones, todo un dossier que es vendido mediáticamente como el bálsamo de Fierabrás para frenar los avatares de la naturaleza. Y, como siempre, estos programas de prevención vuelven a fallar cuando se desata la furia de los cielos. La razón es muy simple. Enhiestos en sus despachos, nuestros representantes polÃticos, ni se ocupan ni preocupan del dÃa a dÃa de los castellonenses.
Una buena parte de los efectos de la Dana se podÃan haber evitado. Como las calles adyacentes a la avenida del Lledó, anegadas por las obras de reforma del vial. ¿De verdad, nadie pensó que los trabajos de remodelación del paseo a la basÃlica podÃan estancar las aguas? O las sempiternas inundaciones en la MarjalerÃa. Promesas, promesas, promesas… dejando al albur de la tormenta a los vecinos de esta zona de la ciudad. Desbordamientos en las rondas de circunvalación… todos los años igual.
Yo pedirÃa al Acord de Fadrell que se dejara de salvoconductos y vademécums previsores y preparatorios ante aguaceros sobrevenidos y se pusieran las botas de agua y empezaran a bajar a la realidad y comenzasen una ronda de explicaciones y disculpas con los vecinos de Castellón por su falta de diligencia en el cumplimiento de su mandato al frente del Ayuntamiento, que no es otro que proteger, servir y defender a la ciudadanÃa.
